En la introducción de "Bosch, la Palabra y el Eco", escribí:
"Lo vi de lejos por primera vez a finales de aquel mismo año (1962), en uno de los primeros mítines del PRD, cuya sede funcionaba frente a la estatua de Cristóbal Colón, desde cuyo pedestal, abrazado a la voluptuosa india de bronce que trepa hacia el Gran Almirante, escuché a ese hombre alto, blanquísimo, de rostro alargado y expresión adusta, que en aquel balcón nos hablaba sin estridencias oratorias de democracia, democracia y democracia, cuyos contenidos, retos y promesas él exponía con una voz bien timbrada, educada y de acento algo indefinido".
Este domingo, 52 años después, he vuelto a tomar del talle a la hermosa india del pedestal de Colón.