Me satisface responder tu pregunta de si estoy dispuesto al diálogo con el ministro Verges, no solo estoy dispuesto sino que entiendo que eso es lo que desea ver el señor Presidente de nosotros dos, que trabajemos aunados.
En lo que a mí respecta soy un hombre de la cultura, y esta es fundamentalmente dialogante. La cultura busca establecer diálogo y es pacífica y como dijo nuestro Pedro Henrìquez Ureña, es superior el ideal de justicia al ideal de cultura, y esto es para mí la verdad y la actitud suprema.
La sociedad dominicana me conoce, no soy alborotador para destacar, esos son fuegos de artificios que no van conmigo. Hablo a través de mis libros que siguen un hilo conductor que se va a desarrollar desde la primera obra a la última. Cuando tuve que defender la libertad de expresión la defendí sin miedo, esos ensayos están recogidos en un libro que marca una excepción en mi obra, lo publique como un testimonio para memoria, su título es "El espejo de Babel".
En ese momento utilizaba ásperas palabras para atacar lo que consideraba éranse errores de la administración de nuestro admirado y querido amigo, Tony Raful. Y la sangre no llegó al río porque yo no utilizo otra arma que mi palabra y él es un caballero.
En un momento de gran tensión, Andrés L. Mateo, entonces director de la Biblioteca Nacional, intervino con gran respeto y prudencia y convocó un sábado tanto al Ministro Raful y a mí a un desayuno en su Despacho. A la llegada de Tony con su actitud abierta y amigable se disipó todo prejuicio y malentendido.
En esa atmósfera distendida explicamos cada uno nuestras posiciones contradictorias y le asegure al ministro que yo continuaría con mi crítica, pero nos aseguramos de separar el oficio y la responsabilidad de cada uno, y desde ese día hasta hoy entre Andrés, Tony y yo, compartimos una hermosa amistad y un gran respeto por las tareas de cada uno de nosotros.
Es más, ya que hablo de este tema debo hacer pública la gentileza de Tony por el resto de su gestión. Tony hizo lo imposible siempre por presidir la mesa directiva cada vez que en la Academia de Ciencias ponía a circular una obra mía, esto, sin indagar previamente sobre su contenido.
En ese tenor, una vez, Tony regresaba de un viaje al exterior y me llamó desde que pisó tierra dominicana, desde la terminar aérea y me pidió, que tuviera la gentileza de esperar, para iniciar el acto, a que él pudiera llegar como si el ministro de cultura hubiese sido un servidor.
Esa es la actitud adecuada, decente, respetuosa de la dignidad del otro cuando se tiene un alma grande, en el sentido en que la emplea Aristóteles.
Frente al ciudadano solo y desvalido la postura que creo correcta y humanamente decente de alguien que tiene a su disposición el poder represivo del Estado, es adoptar una actitud humilde y dialogante.
Me cuestionaste si estaba dispuesto al diálogo, esa es mi actitud natural.
Además de que aquí de lo que se trata no es de hacer lo que a mí me venga en ganas, sino de participar y corresponder al presidente que ha tenido la benevolencia de elegirnos a nosotros para que aportemos nuestra contribución a hacer el esfuerzo convertir en realidad el programa de Gobierno del presidente, que nos designó a los dos porque considera, eso pienso, que nuestra intensa colaboración es lo que desea que hagamos para la mejor ventura de su obra de gobierno y de servicio al país.