La democracia dominicana ha dejado intactos muchos sufrimientos. De ahí que no resulta exagerado afirmar que aquí la democracia es débil, de baja intensidad y que está amenazada.
Hay demasiadas perversiones en este entramado democrático nacional como para afirmar que el país anda bien, que vivimos en una democracia y que tenemos un gobierno verdaderamente democrático.
Han sido borradas del escenario político las principales “virtudes” de los gobiernos democráticos, que están vinculadas a la idea de igualdad, libertad, participación, soberanía, justicia e inclusión.
Ha sido “derogado” el principio de que en una sociedad democrática todos los ciudadanos son iguales y gozan de los mismos derechos, responsabilidades y oportunidades, por lo que no se admite ningún tipo de exclusión ni discriminación posible.
Tristemente, somos un país que vive de espaldas a la democracia. Con una igualdad democrática violada y secuestrada. Somos un país con muchas “exclusiones” y muchos favoritismos evidentes y poco virtuosos, subsidiados con el sufrimiento de millones de dominicanos.
Tenemos una democracia traicionada, que padece la enfermedad mortal de la corrupción transmitida por aquellos que la sembraron en sus partidos, en su palacio y en sus despachos.
¡Pero esto no será para siempre! También existe una “democracia rebelde”, una “democracia liberadora”, una “democracia reivindicadora”, que lejos de dar las espaldas a los derechos y necesidades de todos los ciudadanos, más bien grita para alertar sobre la urgencia de rescatar la libertad y la justicia y de luchar por ellas activa y colectivamente.
Porque la democracia también es grito y es llanto de sus víctimas, hay que llamar a los ciudadanos de todos los rincones del país para que expresen y escuchen con solidaridad los gritos de los olvidados por la democracia dominicana. Nuestras libertades democráticas se degradan porque ya no sirven para tratar los problemas sociales importantes.
Hay que llamar a todos los ciudadanos a compartir el llanto de los abusados por una democracia truqueada por políticos y gobiernos demagogos y sin corazón, que organizan “carnavales políticos” para acallar las voces, los gritos, el llanto y la rebeldía de los burlados y humillados por la amañada democracia dominicana, que ha convertido el país de todos en un país de unos pocos.
Y este “grito democrático” convertido en indignación y rebeldía cívicas habrá de dar paso a la defensa contra la arbitrariedad del poder. Grito de doble voz, que habrá de llamarse libertad cuando insiste en la limitación del poder del Estado e igualdad cuando define directamente la resistencia al reparto desigual de los recursos económicos y políticos, reconociendo que los ciudadanos tienen derechos morales contra el Estado.
Y ya escuchados el grito, el llanto y la rebeldía convirtamos la indignación en debate público porque la misma democracia otorga un lugar especial a la garantía de la discusión libre y la interacción nacida de la deliberación, tanto en el pensamiento como en la práctica política, y no sólo en las elecciones o durante las elecciones.
Debemos asumir como “problema y desafío de todos” esta tramada ausencia de democracia. Debemos enfrentar, con la indignación de todos, la ceguera de una democracia incapaz de mirar al país con ojos de libertad, equidad y justica.
Cambiemos la mirada de la democracia dominicana para que nos mire de frente. Gritemos con fuerza el nombre democracia. Defendamos la democracia para ella defienda los derechos de todos.
La democracia sólo es capaz de defenderse a sí misma si incrementa sus capacidades de reducir la injusticia y la violencia. Sólo los pueblos sumisos viven de espaldas a la democracia.