¿Es la vida un libro? Puede ser, pero les invito hoy por un momento a verla como un cuaderno. ¿Qué es un cuaderno? Un cuaderno por definición y asociación representa un conjunto de cosas, de labores, de caligrafías, de repeticiones. El que ha leído a Kianny Antigua reconoce en sus textos una búsqueda intrépida por la identidad y el espacio, el cuarto propio… ¿El cuarto del que hablaba Woolf? ¿Qué necesita una escritora? Kianny dice: De ser pelo sin duda sería rizada, hecha de hebra gruesa; pelo de guerreras, del color de la tierra y el azabache. De curvas, ensortijado y de sortilegios, pelo crespo.

Adherida a la palabra, al rastro de conversaciones viejas y paciencias reventadas, Antigua dibuja un manual de la contradicción y la pregunta. Pregunta casi en forma de protesta diría yo. Y si antes hemos dicho que el poema se poesía, pues entonces ¿podemos decir también que la protesta se poema? Perdón que les entretenga con devaneos, no quiero marearles, pero quiero dejar claro de que la literatura nos permite excedernos, hacer asociaciones que a simple vista nos parecerían ridículas o improbables. La belleza de la escritura no radica en obtener un resultado, ganar premios, o tener cierto average de bateo. No creo. Me parece que la escritura, al ser Sofía, tiene un método infalible que se fundamenta en el errar, corregir, seguir, en un limbo de deleite. No les enredo, les doy más poesía de Antigua: Asabáname, Negro, llenemos este catre de luz, permite que la metamorfosis fecunde que solo junto a tu noche piel, y bajo este trozo de sábana, mujer amante soberana paloma soy.

¿Qué más puedo yo decir después de esta fruta madura? Aquí estoy recogiendo la quijada ante semejante pieza. Tienen mucho, mucho estos versos. Por ejemplo: se puede jugar con la idea de que de dos negritudes sale o se desprende una luz única y fundamental; puede argumentarse que a través de los contrarios nos hacemos mejores, y para entendernos contrarios tenemos que salir a votar, aquí y allá, y viceversa; de estos versos puede intuirse que una mujer puede morder un hombro, dejarse buscar, ser soberana a la vez, y desde aquí se podrían establecer lecturas ordenadas o no que permitan o que ayuden o que le den soporte a la masculinidad tóxica, y ayudaría que la masculinidad tóxica se deje ayudar. De este poema, se pueden sacar muchas cosas: pájaros llenos de aire en las extremidades, en los huesos, ligeros como el primer beso robado, la segunda luna, la tercera magia, la cuarta un espacio, la quinta, pos no hay.

Por último, hay aquí una visión gráfica de la nostalgia. De eso se escapan muy pocos escritores del trasiego (es que no me resigno a decir diáspora, como algunas) que significa el estar como dice el merengue, tú sabes, con un pié aquí y con el alma allá, con la cabeza aquí y el cuerpo en Noruega, como el bacalao amor, bueno, tú me entiendes. Y ya que hablamos de geografías y surrealismos, tomemos la mano de Kianny a ver qué tiene ella que decir de la nostalgia: Aquí no, aquí no te despierta el cantar del gallo, el aroma del café del vecino, el ronroneo de la vida. Aquí no te despierta el calor, que como gato, se te asienta en la frente, el chillido de las pailas. Aquí no te despiertan los ladridos de los perros. Aquí, al bostezar la mañana, te despierta la nostalgia.

¿Lo quieres así, o un chin más tropical? Cuaderno vital este que es parábola del amor, de la justicia. Un cuaderno es la prueba más íntima de la esperanza: no importa lo que hayan escrito en el pasado, hoy siempre vas a ser, a hacer, una nueva página.

Escribe.