En los países de mediano a alto nivel de organización, en materia de política de salud los estados concentran los principales recursos económicos, técnicos y humanos en la prevención y la educación. Pero aquí, un estado atrasado que no tiene políticas para nada, las cosas se hacen con costosos operativos de emergencia (la evidencia más clara del fracaso permanente) y visitas sorpresa (politiquería demagógica siempre incluida). Y mientras los mosquitos del dengue ríen socarronamente sobre cientos de cadáveres, apuesten a que nuestra inepta burocracia sanitaria se sentará a esperar cómodamente la próxima epidemia.