Autores de este texto: Behrouz Pirouz y Galileo Violini
Una reciente noticia de prensa, basada sobre un balance de la AFP, ha sugerido que la pandemia de coronavirus estaría desacelerando en todo el mundo, salvo en América Latina y el Caribe, donde la situación continuó agravándose, con un incremento de los nuevos contagios del 6%, mientras en el resto del mundo hay una baja del 12%.
Sin embargo, esta prometedora sugerencia era matizada, recordando al lector que la comparación entre diferentes países del número de nuevos contagios requiere cautela, porque las políticas de pruebas pueden diferir.
No es ésta la única razón para ser cautelosos en la interpretación de ese dato, aunque, por cierto, hay tremendas diferencias entre las evoluciones de la pandemia en diferentes países, inclusive en un mismo continente.
El desarrollo de la difusión del contagio percibido a través de ese dato indudablemente depende de las políticas de pruebas, y ya por esta razón ese indicador debe ser utilizado a la luz de las políticas nacionales, pero hay muchos otros factores que influencian el desarrollo real.
Uno de ellos, no controlable, es la aparición de nuevas mutaciones del virus con a veces diferentes características de contagiosidad, virulencia y letalidad. No controlable no significa, por supuesto, no comprensible. Secuenciar el genoma de los virus permite identificar las cepas dominantes en un país o una región y esto puede ser útil para definir políticas de vacunación apropiadas, en función de su difusión, características, y eficacia de una determinada vacuna para una cierta cepa.
Otros factores son controlables: tales son el comportamiento individual respecto a las precauciones de distanciamiento social y uso de mascarillas, y el comportamiento social, evitando reuniones de muchas personas, en particular sin respetar esas precauciones. Es posible que la época del año, con festividades valoradas de manera distintas en diferentes culturas, pueda explicar, al menos parcialmente, los resultados observados, ya que el periodo de incubación de enfermedades contraídas durante esas fiestas acaba de terminar.
Esto hace interesante analizar más en detalle qué está en realidad ocurriendo. Para hacerlo, hemos usado la técnica de la regresión lineal para analizar los datos de nuevos contagios de los 34 países que, a la fecha del 18 de enero, hubiesen acumulado al menos 450000 contagios. Este análisis ha sido acompañado por otro, restringido a los quince países latinoamericanos que en la misma fecha tuviesen al menos 120000 casos.
La comparación del número promedio de contagios diarios entre el periodo 18-31 de diciembre y el periodo 5-18 de enero muestra grandes diferencias, con algún posible reflejo de diferencias culturales.
Empezando por el grupo de esos 34 países, se observa un aumento global del 23%, en el periodo 5-18 de enero, respecto al periodo 18-31 de diciembre. Este aumento es determinado en parte por el dato, también del 23 %, de Estados Unidos.
El desglose a nivel de países muestra grandes diferencias. En veintiuno se registró un aumento, en dos no hubo variaciones, y en once una disminución.
El aumento fue relativamente pequeño, entre el 3 y el 10%, en cuatro países, y, en la mayoría de los casos (11 países), varió entre el 20% de Italia y el 56% de México. En seis países, tres de los cuales latinoamericanos, las diferencias entre el promedio de diciembre y el de enero fueron mucho mayores. Estos países son Argentina (con un incremento del 64%), Chile (86%), Perú (96%), Israel (99%) y sobre todo España y Portugal, donde se registró un 178% y 197%, respectivamente.
Las disminuciones fueron dos casos, Turquía y Marruecos, muy significativas (46% y 59%).
El análisis de los 15 países latinoamericanos muestra aumentos en todos, elevados en trece países, entre el 35% de Paraguay y el 132% de Ecuador, y marginales en dos (Panamá y Costa Rica).
Se puede observar que no se presentaron diferencias por haber ya puesto en marcha el proceso de vacunación, ya que, de los 34 países, los veintitrés que ya habían empezado la campaña de vacunación se reparten de manera bastante equitativa entre los tres grupos. Catorce están en el grupo de los países con aumento de los contagios, siete en el de los países donde los contagios han disminuido y uno en el grupo sin mayor variación. Esto es comprensible, ya que, con la excepción del Reino Unido, el periodo estudiado no debería haber todavía permitido inmunizar muchas personas.
En presencia de diferencias tan marcadas, es legítimo dudar de la posibilidad de sacar conclusiones del dato global, y, a nivel local, en los países donde la difusión del contagio haya disminuido, más que a una menor contagiosidad del virus, parecería más probable que esto se deba a circunstancias locales y coyunturales.
Entre las posibles explicaciones del incremento, donde lo hubo, ya mencionamos la posibilidad de que motivos culturales de diferente valoración de esas festividades puedan haberse manifestado en un menor cuidado en la observación de las medidas de contención, también por la idiosincrasia de los ciudadanos de esos países y la importancia de ciertas relaciones familiares y sociales en la época de las festividades de fin de año, observaciones que ya se hicieron abundantemente hace unos meses, con relación a Estados Unidos y al Thanksgiving.
Una indicación en este sentido parece brindarla la comparación con el periodo 17-31 de diciembre del periodo 8-21 de enero. A pesar de diferir de la otra solamente por no considerar los datos entre el 5 y el 8 de enero, reemplazados por aquellos entre el 19 y 21, los resultados son bastante distintos.
En la mayoría de los países los contagios se han efectivamente reducido, acercándose a los valores observados en diciembre.
Entre los veintiún países donde se había registrado un aumento de los contagios, en diez el aumento se redujo significativamente, en tres (México, Filipinas e Indonesia) creció de manera marginal y en cinco no se registró una mayor variación. Sin embargo, en los tres restantes hubo un incremento apreciable. En Portugal fue del 10%, pasando de 197% a 216%, en Perú del 27%, pasando de 96% a 122%, y el mayor fue en España donde el aumento (231%) en el periodo 8-21 de enero con respecto a diciembre fue casi del 30 % mayor del evaluado en el periodo 5-18 de enero.
En los países donde habíamos observado una disminución, este segundo análisis, con la sola excepción de India, donde la disminución respecto se redujo desde el 20 % a un 16%, puso en evidencia una disminución adicional, en promedio del 8%.
En América Latina la comparación con diciembre de los dos periodos es menos halagadora. Hubo una baja en cinco países (Argentina, Brasil, Paraguay, Costa Rica y Panamá, país donde hubo la disminución máxima, en un 16%), y no hubo variaciones o los aumentos fueron marginales en Guatemala, Chile, Colombia y, como se mencionó, en México. Sin embargo, en los demás países los incrementos fueron muy importantes. Bolivia pasó del 127% al 170%, Honduras del 93% al 139%, Perú del 96% al 122%, Ecuador del 132% al 154%, Venezuela del 43% al 62% y República Dominicana del 56% al 70%.
Obviamente estas variaciones pueden ser debidas a cualquiera de las causas mencionadas, limitado cumplimiento de las normas antipandemia o presencia de un virus más contagioso, pero es indudable que hay una gran variabilidad del resultado en diferentes países. No parece probable que la puedan explicar diferencias entre las políticas de muestras, en muchos casos bastante similares. Todo parece sugerir que no hay evidencia de una disminución del número de contagios debida a una disminución de la contagiosidad del virus.
Otra posibilidad es que la disminución observada sea simplemente una fluctuación. Una indicación en favor de esta eventualidad la brinda el dato de los casos mundiales, analizado considerando el promedio diario sobre grupos de tres días a partir del 17 de diciembre.
En la gráfica el primer punto representa el número promedio de contagios entre el 17 y 19 de diciembre y los puntos siguientes se refieren a grupos de tres días. El comportamiento de ese promedio entre el noveno punto (correspondiente a 13-15 de enero) y el decimosegundo (22-23 de enero) no es muy diferente del observado entre el primero (17-20 de diciembre) y el cuarto (26-28 de diciembre), y el crecimiento entre el cuarto y el séptimo bien podría asociarse a las festividades navideñas.
El futuro dirá si en los países donde se han observado disminuciones esto se deba atribuir a la superación del efecto fiestas o a una menor contagiosidad, o eventualmente al comienzo del efecto vacunas, donde aplicable.
Mientras tanto, no debería caber duda de que, a nivel de comportamiento individual y social, es necesario seguir cumpliendo con las normas de contención y reducción del riesgo de contagio: distanciamiento social y uso de mascarillas.