Contra este mal endémico no hay cura conocida, a pesar de haber empezado a manifestarse hace más de sesenta años. No hay vacuna inmunizante que impida su infiltración en cualquier parte del cuerpo social. No existen remedios caseros o fórmulas químicas que prevengan la eventualidad de su contaminante llegada a cualquier organismo público o privado, sea ministerio, logia, gremio o partido. En todo lugar que invade provoca fiebre, dolor de cabeza, náuseas y vómito incontenible. Y, lo peor, en los últimos años ha generado una epidemia, al parecer incontrolable. Definitivamente, Vincho es mortal por necesidad.