En el mundo globalizado de hoy es muy común importar modelos constructivos desde contextos sociales y ambientales diferentes al del receptor. Ni que decir de las diferencias climáticas entre el lugar de origen del modelo y el lugar de acogida de ese nuevo modelo.
Incluso importamos las formas de vida y las adaptamos al devenir tropical de nuestros 26º C de media, aplatanamos las ideas y le damos ese aire del sur de la Florida que tanto nos gusta a todos.
Es cierto que también los tiempos van cambiando y la evolución de nuestra sociedad demanda otros estilos de vida adecuados a los nuevos tiempos. Vivir en una torre ya no solo está de moda, es casi lo habitual en el centro de nuestra ciudad, tal y como pasa en el centro de muchas ciudades. El precio del suelo y el deseo urbanita de los ciudadanos provoca la construcción de una, dos, tres y cien mini-torres que se apilan en nuestro polígono central.
Estos edificios, muchos de ellos con diseños realmente interesantes y funcionales, llevan mucho vidrio. Vidrio que es recibido por nuestro sol y acompañado por un sin número de versiones de venecianas y cancelas horizontales/metálicas desde horrorosas a espectaculares.
El vidrio
Sin intención de pontificar demasiado con esta pequeña intro nos encontramos con que aunque existe, una cada vez mayor y mejor selección del acristalamiento utilizado en nuestras mini-torres, sigue habiendo una mayoría de casos con soluciones poco más que modestas y obviamente que por razones de economía del proyecto.
Ya es común el vidrio doble que evita los sonidos exagerados desde el exterior y con un grado de seguridad importante contra huracanes, que garantiza la tranquilidad de todos. Menos común es el vidrio que discrimina, de la radiación solar, el espectro de luz y menos aún el vidrio con prestaciones térmicas.
En otras ocasiones hemos tocado el tema de los vidrios con control solar y los vidrios con un diseño tal que sirven como excelentes aislantes acústicos y térmicos.
Los hay con cámara de aire simple, con cámara de aire doble, con cámara de aire y cámara de argón e incluso los hay, y desde hace mucho tiempo, fotosensibles, con venecianas interiores y hasta con agua circulante por la cámara. Estos últimos, los menos desarrollados de la familia de los vidrios inteligentes son los que al día de hoy presentan un recorrido futuro más largo.
El vidrio con agua circulante
Las prestaciones térmicas y acústicas son superiores pero su peso también lo es. Hay quienes critican el hecho de que en caso de accidente el agua sería un factor de dificultad agregado.
Quienes defienden esta modalidad de vidrio, platean que el inconveniente no sería sensiblemente mayor que si se rompiera un vidrio con cámara sin agua, si en la misma balanza de evaluación se coloca el hecho de que en la vida útil de este tipo de acristalamiento se compensaría con creces cualquier dificultad añadida por el agua.
No hablamos de una pecera colocada en un hueco en plan poco más que decorativo, hablamos de un tipo de vidrio que puede ahorrar, a mediano y largo plazo, dinero en climatización (en clave de frío para los países calurosos), y que de momento sólo puede ser comparado en su efectividad con vidrios con doble cámara de aire y/o algún tipo de gas.
Al presente esta técnica de cerramiento translúcido no pasa de ser algo casi experimental, si se quiere anecdótico. Las empresas que lo comercializan, en Europa, no terminan de dar el salto a los pedidos masivos y se van quedando en cuatro o cinco ejemplos testimoniales. Queda trecho de investigación en los equipos de trabajo de las universidades punteras, pero la técnica promete… Habrá que hacerla factible económicamente.
Prometemos continuaremos con el tema…