Victor Villegas: la voz, la memoria, los tiempos del lenguaje (2008)[1] es el título de un libro de ensayos del crítico y profesor universitario Odalís G. Pérez. El libro está consagrado al estudio de la obra del poeta dominicano Víctor Villegas (San Pedro de Macorís, 1924-Santo Domingo, 2011), miembro prominente de la llamada Generación del 48.  A lo largo de sus veinte ensayos, Pérez somete a escrutinio crítico las principales obras de Villegas, a saber: Juan Criollo y otras antielegías, Diálogos con Simeón, Charlotte Amalie, Poco tiempo después y Botella en el mar.

Al igual que en sus previos ensayos críticos dedicados a figuras de las letras dominicanas (Aida Cartagena Portalatín, Ramón Francisco, Sócrates Barinas Coiscou), Pérez recurre de nuevo a la lectura procesual (o de proceso) como procedimiento de análisis textual para explorar los diversos campos semánticos de la obra de Villegas. Esta lectura, que se apoya tanto en la filología como en la semiótica literaria, trata de deslindar y analizar dos planos fundamentales en el texto poético: el plano de superficie y el plano de profundidad.

El esfuerzo investigativo de Pérez consiste en situar la poesía de Villegas en el contexto del discurso poético dominicano y caribeño.  A su entender, en la poética de Villegas hay dos elementos en común con la de los demás miembros de la Generación del 48:  por un lado, una búsqueda de la libertad desde la perspectiva de la poesía dominicana (no sólo de la libertad expresiva, sino de la libertad humana total, desde la creación poética, espiritual y simbólica, es decir, estética); por el otro, el propósito de fundación -o mejor, de fundamentación- de un nuevo lenguaje poético más allá de los hallazgos formales y expresivos de los movimientos literarios previos (Vedrinismo, Postumismo, Poesía Sorprendida, Independientes del 40).

El estudio de Pérez no ignora las contribuciones de los principales estudiosos del tema de la Generación del 48 y, en particular, de la obra de Villegas: Lupo Hernández Rueda, Marcio Veloz Maggiolo, Pedro Conde Sturla. Tampoco desconoce los aportes de los poetas coetáneos de Villegas: el mismo Hernández Rueda, Máximo Avilés Blonda, Abelardo Vicioso, Abel Fernández Mejía, Rafael Valera Benítez, Rafael Lara Cintrón, Ramón Cifre Navarro.

Lo que Pérez emprende en su libro es todo un recorrido temático-formal por la poesía de Villegas. Su estudio está pensado y escrito desde la semiótica de los textos, pero visiblemente marcado por la tensión entre la filología y la filosofía, entre la teoría literaria y la estética.  Entiende el texto poético como texto-raíz, reconocido también como texto expresivo y seminal. La obra de Villegas se inscribe dentro de una poética de la memoria insular. Más que desde la historia de la poesía, el poeta nos habla desde la poesía de la historia. Y, en este punto, el sujeto de la poesía y el sujeto de la historia mantienen un diálogo fluido y fecundo; dialogan entre sí en un mundo de lenguaje, visión y cosmovisión.

En los textos de Villegas hablan diversas voces, las voces internas del autor y las voces alternas de su ser desdoblado.  De ahí que Pérez nos hable de la “travesía abismal” del poeta, de la poética abismal del doble en Villegas. De ahí también que subraye la tensión entre la vida y la muerte en su viaje ontológico. Viaje, camino, recorrido, travesía intensa y extensa del ser en el lenguaje, del existente arrojado al mundo, y, ya en el mundo, empujado hacia el abismo, es decir, hacia el absurdo y la nada.  Al final de este recorrido, de esta travesía aguarda la muerte, en la que Villegas no cree, pues para el poeta no hay tal muerte, sino sobrevivencia en la memoria de los otros. En esta travesía existencial surgen las parejas de opuestos: el yo y el mundo, la vida y la muerte, el arte y la vida, lo visible y lo invisible, lo sensible y lo inteligible, lo uno y lo múltiple, lo idéntico y lo diverso, lo interior y lo exterior o el adentro-afuera.

Como la de otro notable poeta dominicano ya fallecido, Ramón Francisco, la poética de Villegas es ciertamente poética de la memoria y la imaginación insulares. Pero también se podría decir que es poética de la travesía por la vida y la muerte, de la sensibilidad social y de la afirmación constante de la identidad dominicana, asumida a la vez como límite y como apertura.  En Villegas, la identidad, esa palabra tan manoseada por todos como una muchacha ligera, es ese movimiento afirmativo-negativo que conjuga lo universal abstracto y lo nacional concreto.

[1] Pérez, O. (2008). Victor Villegas: la voz, la memoria, los tiempos del lenguaje. Santo Domingo: Editora Manatí.