Con rabia, con vergüenza y con pena, miles de veces cada día, en calles, avenidas y carreteras se dice en todo el país algo que, sin embargo, no llega al listado de compromisos del Presidente de la República (máxima autoridad de un Estado de esencia autoritaria, donde toda autoridad depende de su autoridad): “¿Pero es que en este país no hay autoridad?”. Obviamente aludo a lo que llaman “Autoridad” Metropolitana de Transporte, órgano al que mejor le lucen las comillas. (Esto llegó tal cual a mi mente mientras seguía en la avenida Luperón un yipetón impune sin placas y con vidrios al cien por ciento de oscuridad).