El pueblo venezolano vive una catástrofe. Una crisis económica histórica. Los más pobres de ese país son quienes sufren los efectos más duros. Ningún país que pierda el 40% de su PIB en cuatro años puede generar condiciones de vida adecuadas para su población. Los hermanos venezolanos que vemos en casi todos los países latinoamericanos sobreviviendo como sea, son el resultado de un país donde los medios de reproducción de vida material de la gente se han desmontado. Nadie sensato puede a estas alturas negar la crisis venezolana. Ahora bien, ¿por qué se habla tanto de Venezuela en los medios?

Los grandes medios, a través de sus canales de televisión y radio, redes sociales y periódicos, son el principal creador de opinión e imaginarios en nuestros países. Desde los medios es que en gran medida se instala y gestiona el conjunto de ideas morales, miedos y prejuicios que dan sentido a la vida del ciudadano medio. Y con ello, se instaura un sentido común que es con lo que ese ciudadano orienta la mayoría de las decisiones que toma en su cotidianidad. Esto es, desde ahí es que se establece lo que es verdad. Aquello que es así y no se puede discutir ni poner en cuestión.

Los medios no son neutrales. Como no es neutral ningún ser humano pues todos tenemos nuestras concepciones del mundo, lo que, a su vez, orienta la manera en que consideramos las cosas. Cada quien ve la realidad condicionado por lo que Harari llama relatos y recuerdos. En lo que concierne a la industria mediática, hay que mirar esto desde una perspectiva estructural. Es decir, los medios son negocios propiedad de grupos económicos o individuos muy ricos generalmente. Por tanto, lo que proyectan no se deriva de la neutralidad, ni de una suerte de punto cero donde no influye ninguna ideología, sino que viene dado por intereses concretos. Para entender un medio a profundidad hay que conocer quien o quienes son sus propietarios, y así, qué intereses representan y qué lugar ocupan en las relaciones de poder de la sociedad (en el caso de medios como CNN o BBC del mundo).

Entonces, ¿por qué es tan mediática la crisis venezolana? Hay varios países latinoamericanos peores que Venezuela en indicadores de pobreza, desnutrición, violencia y falta de garantías democráticas. Pero no se habla de ellos. La crisis venezolana es mediática porque el tema venezolano es útil para los dueños de los grandes medios. Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo y su subsuelo acoge grandes reservas de oro, coltán, diamantes y aluminios. En la disputa por recursos y riquezas de los grandes poderes económicos del mundo, vinculados entre sí a partir del capital global financiero, Venezuela es clave. Los dueños de los grandes medios, conectados a circuitos de intereses del gran capital internacional, forman parte de un conjunto de élites del mundo que persiguen usufructuar la rentabilidad de esas riquezas. Si se desmonta la estructura de poder actual de Venezuela, y la economía venezolana entra en la órbita de influencia del gran capital internacional, son muchos dueños de los grandes medios que van a ganar.

En ese contexto, existe un consenso entre la inmensa mayoría de los medios regionales en cuanto a la situación de Venezuela. Entendieron que debían construir una verdad sobre Venezuela que la gente asuma y naturalice. Para que así, un ciudadano medio de cualquiera de nuestros países tenga a Venezuela en su mente. Venezuela en tanto imaginario que lo remita a una serie de lugares comunes como dictadura, hambre y violencia. Con ello se logra que gente muy pobre se queje de la dictadura y el hambre venezolanas, sin embargo poco se cuestione sobre su propia situación precaria. Se crea, así las cosas, una separación entre la vida material de la persona y sus ideas. En tanto son ideas de tipo moral la mayoría, ancladas en una lógica del bien contra el mal, asume como un horizonte de vida. Como algo fundamental. De ese modo, Venezuela es importante porque es lo que está mal. Es justicia “posicionarse”.

Y, en tanto se maneja desde la emocionalidad la verdad mediática sobre Venezuela, la gente no lo asume racionalmente. Venezuela genera emociones. El sentido común se vuelve una cosa de impulsos. En ese contexto, la gente no puede discernir entre una mentira o una verdad cuando es sobre Venezuela. Los que planteamos el tema venezolano desde cierto equilibrio somos acusados de chavistas. De estar con el mal. Es el terreno fértil para los fake news. Se llega a la lógica de los titulares. Un titular sobre Venezuela es un fin en sí mismo, pues la gente no lee el contenido sino que ve el titular e inmediatamente eso genera una reacción.

El concierto Venezuela Live Aid estaba inscrito en esa lógica. La idea era generar muchas emociones desde el significante de la “ayuda humanitaria”. Todos estaban ahí cantando para “salvar vidas”. El público frente a sus televisiones, capturaba esas emociones en medio de una mezcla de alegría por el futuro que viene y tristeza por la realidad que hay. Esto en el marco de un nosotros los buenos contra ellos los malos. La dicotomía de mundo libre versus ejes del mal que desde la guerra fría instaló Estados Unidos.

A su vez, los medios convirtieron Venezuela en un significante indicativo de que izquierda es “pobreza” y “dictadura”. Venezuela es útil en un doble sentido: intereses económicos y políticos. Cualquiera que hable de igualdad y soberanía frente al imperialismo es tachado de chavista. Los medios han logrado generar una opinión pública de corte conservadora, lo cual les es muy conviene pues precisamente lo que quieren los intereses que hay detrás de ellos es que las cosas no cambien. Que el marco de desigualdades e injusticias se quede como está con ellos arriba. El significante Venezuela ha servido, así las cosas, para generar masas de pobres conservadores que odian la izquierda y el “comunismo” sin si quiera saber qué es eso.

Todo esto es muy macabro en el fondo. Porque realmente a ninguno de esos medios les interesa la gente pobre venezolana que la está pasando mal. Y las masas manipuladas tampoco se interesan por esos sufridos como tal. Lo que hacen es moverse por impulsos según una moral que no distingue entre lo falso y verdadero; y que está más enfocada en ratificar sus verdades que en una real solidaridad. La solidaridad que parte de una ética que se construye con y desde el otro es colectiva fundamentalmente. Mientras que esa moralina que mueve la gente con lo de Venezuela es esencialmente individual: del individuo frente al mundo con su verdad.

La verdad mediática es una trampa pues como dijo Malcolm X: “los medios pueden hacer del opresor un oprimido y del oprimo un opresor”. Nos convierten en nuestros propios enemigos, ya que al estar tan manipulados asumimos las ideas que los de arriba quieren y necesitan que asumamos. Para que pensemos no de manera libre sino como ellos quieren que lo hagamos. La verdad mediática sobre Venezuela es falsa. Es una trampa. A ninguno de esos grandes medios les importan los venezolanos que hoy sufren.