Cuando alguien dice: yo creo, defiendo “valores”, por intuición y criticidad, siento que debo escuchar con alerta, como un acto reflejo en mi condición de activista, que siempre quiero ser, de la igualdad y de la libertad, y de manera más enfocada activista para la igualdad y la libertad en la vida de las mujeres.
Generalmente las personas conservadoras, que sienten nostalgia por el pasado, suelen hacer un listado de creencias, actitudes y prácticas, autoritarias, expresando el sentir de que el tiempo pasado es mejor. Y dentro de ese pasado que las mujeres sean de la casa es un “valor” mejor.
Como profesional del área social siento está claro que decir “valores” sin poner apellidos, adjetivos, puede referir a “anti valores” de acuerdo a los intereses, cosmovisiones referentes a la autonomía y realización plena en las vidas de las mujeres.
El próximo mes de noviembre, que ya se acerca, es uno de los meses donde por años suelo reflexionar sobre estas ambigüedades, incoherencias, contradicciones, cuando se apela a los llamados “valores”, cuando se está opuesto a la libertad, a la igualdad, sobre todo de las personas, grupos, que por su situación de subordinación, abnegación, se niegan a continuar el estatus quo de discriminación y violencia que hacen prevalecer esos “valores” que adversan la libertad de las mujeres.
El 25 de noviembre es el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Esta decisión, hoy mundial, tiene su inicio en el año 1981, cuando en el Primer Encuentro Feminista de América Latina y El Caribe realizado en Bogotá, Colombia, se adoptó este día en honor a las mujeres militantes políticas dominicanas: Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, y a nivel de la Organización de las Naciones Unidas ONU ese día se hizo mundial en el año 1999.
Las tres hermanas fueron asesinadas en el año 1960 porque enfrentaban la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo militando en el partido 14 de junio. Junto a ellas, ese 25 de noviembre, murió Rufino de la Cruz, hombre valiente y solidario que las acompañaba manejando el vehículo con el que se trasladaron y regresaban de Puerto Plata, viniendo de visitar a sus esposos desde la cárcel, los cuales eran presos políticos por ese mismo motivo de enfrentar la dictadura.
La vida de las tres hermanas, mujeres activas, políticas, de la calle, además de ser mujeres ciudadanas activas, desempeñaban roles que se consideran “propios” de mujeres es un buen testimonio sobre algunos supuestos falsos dilemas. Es un gran tema a resolver y que, en la vida de estas mujeres, ya para el año 1960, se expresa rompiendo con esta falsa dicotomía de los valores de mujeres “virtuosas”, “de la casa” o mujeres de los espacios públicos, como es la militancia política, manejar vehículos…etcétera.
En otros espacios de la cultura dominicana en los que se ha venido cuestionando poco la violencia en la familia, se habla de noviembre como el mes de la familia, como un valor fundamental, sin cuestionamientos a sus pocos igualitarios ritos. Y esos dos mundos venían transcurriendo paralelos: Noviembre: Mes de la No violencia a la Mujer, y Noviembre: Mes de la Familia.
Caminemos hacia compartir los valores de la igualdad, la paz, la libertad, el poder, sin importar el sexo de las personas.