La salud de cada persona y de las comunidades constituye un bien humano y social que requiere atención del Estado Dominicano. En las últimas décadas, aunque a paso lento, se han introducido algunas mejoras en el Sistema de Salud de la República Dominicana. A pesar de ello, la salud del mayor porcentaje de dominicanos genera preocupación cuando se constata que los servicios de salud del país todavía adolecen de múltiples problemas que requieren una acción más efectiva en coordinación con otros sectores, tanto del ámbito público como del ámbito privado.
Nuestro sistema de salud se desenvuelve en un contexto regional marcado por la desigualdad. Esta se ha reducido poco en los países de América Latina y el Caribe, según el Informe Panorama Social de América Latina 2016 presentado en Santiago de Chile, el 30 de mayo del año en curso, por la Directora Ejecutiva de la CEPAL. Los datos que aporta este informe confirman que en nuestro país la desigualdad no ha experimentado cambios significativos. Es una desigualdad que afecta el acceso y la calidad de los servicios de salud.
En este contexto, se observan las precariedades que aquejan a muchos hospitales; se confirma la ralentización de la reparación de unos; se constatan las grietas y las salas vacías de otros recién inaugurados; y se observa con perplejidad la carencia de instrumentos básicos para la atención a las personas. Percibimos, asimismo, la facilidad con la que se sustraen equipos y materiales de los centros hospitalarios sin que haya consecuencias. Vemos, además, las tensiones que se producen en torno a las Aseguradoras de Riesgos de Salud-ARS por los amplios beneficios que obtienen, mientras que los usuarios se quejan, cada vez más, de los servicios que ofrecen.
Tenemos que reconocer que ahora los problemas del Sistema de Salud son más complejos que en otras épocas. Por esto se necesita un Ministerio de Salud Pública con mayor capacidad para establecer alianzas estratégicas con otros Ministerios y con otros sectores de la sociedad civil. Si refuerza el trabajo pensado y consensuado con otros, su accionar tendrá mayor impacto; podrá optimizar esfuerzos, así como recursos económicos y técnicos. El trabajo unilateral no es aconsejable, puesto que la pluralidad de ideas; y la acción en equipo para la identificación de aspectos comunes y troncales posibilitan una incidencia social mayor y un efecto más positivo en la población que demanda los servicios de salud.
Hace tiempo que estamos proponiendo una alianza estratégica entre el Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Educación y los Ayuntamientos de cada localidad. El propósito es que esta tríada fortalezca la política de prevención en el campo de la salud. Si esto se logra, pueden forjar nuevas maneras de pensar; y poner en práctica políticas sociales que se elaboren desde una visión más compartida. Las políticas sociales que surgen del esfuerzo cooperativo, además de ser más completas, posibilitarían mayor efecto en la mejora de la salud. Cada instancia puede aportar desde su saber específico y desde la realidad que actualmente afronta.
Debe ser una alianza estratégica con capacidad anticipadora para priorizar y fortalecer la prevención. La que proponemos no es una alianza para actuar después del surgimiento del problema, como se acostumbra; es para garantizar una actuación que no le deje espacio a ningún problema de salud prevenible. Es una alianza que le exige a cada entidad lo mejor de sí para ponerlo al servicio de la solución del problema. Actuando así, ni la conjuntivitis, ni las problemáticas gastro intestinales, ni muchas dolencias más, tendrían oportunidad para repetirse de forma incesante a nivel nacional. La alianza estratégica no disminuye el poder de las instituciones que conformarían esta tríada; por el contrario, lo fortalece, lo cualifica y le da direccionalidad. Cada entidad aportará su saber su saber científico-técnico específico para resolver el problema.
El Ministerio de Educación de República Dominicana también tiene posibilidades reales para contribuir con la mejora de la salud de las personas y colectividades desde las aulas y desde los centros educativos. Este Ministerio puede, además, activar el establecimiento de una alianza estratégica que garantice de forma permanente una orientación a favor del cuidado de la salud de la población. El desarrollo curricular no puede estar al margen de las necesidades de calidad de la salud en el país. De igual modo, los Ayuntamientos pueden asumir con mayor responsabilidad la higiene de las ciudades, de tal manera que contribuyan con la erradicación de las amenazas constantes que afectan la salud de los dominicanos.
Los dos Ministerios que nombramos en este artículo y los Ayuntamientos no pueden actuar en solitario. Necesitan articularse y definir políticas integrales para prevenir enfermedades; para que la población aprenda a gestionar el cuidado de su salud; para que la implicación del poder municipal en acciones, programas y proyectos comprometidos con la salud de la gente sea menos coyuntural y más consistente. La alianza estratégica que establezcan no anulará el liderazgo que cada uno desee o deba exhibir en la sociedad; al contrario, lo fortalecerá y le permitirá un impacto de mayor alcance y solidez. Es necesario abrirle paso a una gestión de la salud de la gente con más inteligencia y creatividad. La alianza estratégica entre las instituciones señaladas superará la duplicidad de esfuerzos; garantizará una visión más holística del problema de la salud en República Dominicana; y, sobre todo, favorecerá una atención en perspectiva sistémica. Es hora de una intervención mancomunada para que la población tenga una salud más estable y segura; para que problemas elementales de salud no paralicen la vida de las personas ni deterioren la economía dominicana; para que vayamos colocándonos un poco más cerca de los avances y de los cambios que experimenta la medicina a nivel mundial. Abogamos por una acción que priorice la coordinación de fuerzas y que aleje la acción individualista.