Nueva York.-Parece que nacionalistas blancos y negros se unieron para purgar a  dominicanos y puertorriqueños de posiciones importantes en el gobierno municipal de la ciudad.
Los dominicanos fuimos los grandes perdedores en las recientes primarias demócratas. Los senadores estatales Marisol Alcántara y José Peralta perdieron, también la asambleísta Aridia Espinal.
Los puertorriqueños tienen una fuerte maquinaria política en El Bronx, ellos retuvieron sus posiciones, consolidaron su poder.
En aspectos muy importantes, tanto dominicanos como puertorriqueños perdieron mucho.
Los estudiantes latinos, principalmente dominicanos y puertorriqueños son la población estudiantil mayoritaria en el sistema educativo neoyorquino, el más grande del país, con 1.1 millón de estudiantes.
Hasta agosto habían educadores dominicanos y puertorriqueños en la cúpula del Departamento de Educación, que ahora tiene un presupuesto de $32mil millones.
Había una vicecanciller dominicana, la sacaron, teníamos 5 superintendentes dominicanos, sólo quedan tres sintiéndose muy inseguros.
En agosto el canciller Richard Carranza, de origen mexicano, presentó una nueva estructura administrativa, creó nuevas posiciones importantes, pero no hay dominicanos ni puertorriqueños en ninguna.
Ahora blancos, afroamericanos y mexicanos, deciden como educar a los niños puertorriqueños y dominicanos, excluirnos de la educación de nuestros hijos es un vulgar abuso de poder.
Con una minoría decidiendo cómo educar a los hijos de la mayoría, la democracia y los derechos civiles neoyorquinos son pura ficción.
Nuestro “progresista” alcalde Bill de Blasio, instaló en Nueva York, en el siglo XXI, algo muy parecido al Apartheid sudafricano del siglo pasado, nosotros somos los oprimidos.
El poder que el dinerócrata alcalde Mike Bloomberg nos dio a puertorriqueños y dominicanos para educar a nuestros hijos, el “progresista” alcalde de Blasio nos lo arrebató.
Esto impone una urgente alianza entre dominicanos y puertorriqueños para defender lo que aún tenemos y reclamar la justa cuota de poder que en democracia nos corresponde.