Con él se fueron miles de recuerdos dulces y amargos de 69 años de periodismo. Con él se fue el testimonio total de los grandes momentos de triunfos y derrotas de la modernidad dominicana. Con él se fueron miles de vivencias apasionadas que concitaron sueños ciudadanos compartidos cada día en las mil palabras de sus Buenos Días, y de él queda su solidaridad con la esperanzada por una patria de todos. Su nombre, Rafael Molina Morillo, nos hará recordar un buen ciudadano, un ser humano sensible, un periodista completo hasta la última de las 25 mil jornadas de su batallar. Y por eso merece, ciertamente, descansar en paz.