Nueva York.-Martin Niemöller, un ministro luterano que como todo buen nacionalista alemán apoyó a los nazis, terminó preso por negarse a sacar a los judíos de su iglesia.

En la cárcel Niemöller escribió unas breves meditaciones, dejando un mensaje universal sobre la indiferencia y solidaridad humana.

“Cuando los nazis vinieron por los comunistas, guardé silencio, yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron por mi, no había nadie más que pudiera protestar”.

Los nativistas peledeístas vienen tras los haitianos y, como Niemöller, muchos no protestan porque no son haitianos.  Después vendrán por quienes protestan, los “traidores”, y sólo Dios sabe cuál será el próximo blanco.

La oposición al fallo del Tribunal Constitucional que desnacionaliza a los descendientes de haitianos quiere evitar que manipuladores del nativismo y el racismo produzcan otra desgracia.

Abundan los ejemplos históricos, Trujillo en el 37, Hitler, los Tutsis y los Hutus en Ruanda; manipular el racismo y el nacionalismo siempre produce sangrientos resultados.

En Neiba lincharon a un haitiano porque alguien dijo que dos haitianos matarona una pareja, el linchado nada tuvo que ver con el alegado asesinato.  Lo lincharon pura y simplemente por ser haitiano.

En ese ambiente intoxicado de antihaitianismo pueden continuar los linchamientos.  Los haitianos se defenderán y vendrán enfrentamientos abiertos. Y no hay nadie con liderazgo necesario detener un desorden de esa naturaleza.

En esta espiral del sin sentido, la propuesta del presidente venezolano, Nicolás Maduro abre una gran ventana a la esperanza. Haití y la República Dominicana la asumieron, comprometiéndose al diálogo  respetando los derechos humanos de los descendientes de haitianos.