A veces siento que este es un país fantástico: me divierto con él, me regodeo en él, salto de alegría en él, lo beso y lo abrazo. A veces siento que es una porquería: sus farsantes lo dañan, sus ladrones lo roban, sus traidores lo hunden, sus ineptos lo atrasan, sus salvajes lo ensucian, sus depredadores lo arrasan. A veces siento que es un país inconcluso: me lo dicen sus sueños, me lo indican sus gestas, me lo explican sus iras desbordadas, la finita paciencia de su gente explotada. A veces siento, como muchos, que este es, sin embargo, un país que merece ser amado y por eso, como muchos, aquí vivo y lo amo.