Hoy en día todo depende del tono y de la manera como se presentan los acontecimientos a la opinión pública. De la forma de comunicación triunfalista u objetiva dependerán los correctivos que se aporten a los diversos temas en la palestra.
Al momento que nuevos estudios transversales confirman lo que entendidos y no entendidos saben hasta la saciedad sobre las lagunas en lectoescritura y matemáticas de nuestros alumnos y alumnas, el ministro de Educación, encargado de una cartera difícil y espinosa, se vanagloria de haber vencido el pesimismo de quienes no creían que era posible una educación de calidad en medio de la pandemia de la COVID-19.
El ministro afirma también que el pasado año escolar transcurrió sin interrupción y que se implementaron innovadoras y exitosas herramientas que enriquecen el aprendizaje.
Como en todo, unos ven el vaso medio lleno y otros lo ven a mitad vacío. Es permitido preguntarse cómo el año escolar puede tildarse de exitoso sin una medida real del aprendizaje alcanzado durante el tiempo de pandemia y sobre qué base, sin evaluación, se emprenderá un proceso general de nivelación escolar.
El Boletín de Competitividad Sectorial (BCS) 2021, publicado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPYD), indica que el 62.3 % de la población de 10 años no puede leer ni entender un texto simple.
Esto no es realmente noticia ya que el informe diagnóstico realizado en 2018 por el Ministerio de Educación (MINERD) destacaba que solo el 12% de los niños, niñas y adolescentes (NNA) estaban en capacidad de entender un texto corto, y otro informe del mismo ministerio decía que el 60% de la deserción de los jóvenes se debía a limitaciones en lectoescritura y matemáticas.
Todos estos datos fueron corroborados por nuestro penoso rendimiento en las últimas pruebas PISA y es en estas lamentables condiciones que el gobierno del Cambio recibió la cartera de educación en medio de una pandemia totalmente desconocida.
Las consecuencias de este pasivo acumulado son catastróficas para nuestros NNA, para nuestra economía, para el país. Los pobres resultados de desempeño de los niños y niñas repercuten luego en el mercado laboral al punto que, según el boletín de Competitividad Sectorial 2021, el 48.8 % de los trabajadores tiene un nivel educativo por debajo del necesario para el puesto.
Los niños y niñas arrastran problemas por generaciones, sin disponer de las bases fundamentales de cualquier proceso de aprendizaje, que es poder leer y comprender lo que se lee.
Debido al hecho de que sus padres padecieron de los mismos aprendizajes deficientes estos se encuentran en muchos casos incapacitados para brindarles cualquier tipo de ayuda, lo que es un agravante a la desigualdad.
EDUCA ha tildado esta situación de “tragedia nacional”. Si le agregamos los resultados del reciente estudio Kids Online República Dominicana, realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en conjunto con el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL), sobre la utilización de la Internet en el país por los adolescentes, los cuestionamientos sobre el resultado del año escolar pasado y la implementación de la virtualidad se hacen más apremiantes y deben tomarse en cuenta para el próximo regreso a clase.
El estudio confirma lo que se ha visto en la práctica, o sea, las importantes desigualdades existentes entre los adolescentes. La mitad de ellos acceden solamente a internet a través del celular, lo que implica una gran limitación en el desempeño.
Esta desigualdad se acentúa en las familias de nivel socioeconómico bajo para ascender al 70% de los adolescentes, y se reduce al 30% en los adolescentes que viven en hogares de nivel socioeconómico medio y alto.
Está claro que algo no ha funcionado en nuestro sistema de enseñanza, al igual que en muchos otros sistemas educativos, lo que no es tampoco un fenómeno nuevo.
Soy de la generación del B, A, BA… B, E, BE, del método silábico y no del método global, y aún menos del modelo virtual. El método silábico hizo sus pruebas alrededor del mundo y ha producido millones de lectores empoderados. Este método, desplazado por el método global, ha sido revalorizado por los últimos avances de las neurociencias.
Más allá del método para aprender realmente a leer y escribir hay que dar un sentido al aprendizaje para que niños, niñas y familias entiendan para qué sirve la lectura, los libros y el papel de la virtualidad.
Lo importante es que se entienda que estamos ante circunstancias inéditas que amenazan con echar por tierra avances que se habían venido logrando. La calidad del aprendizaje del niño y su bienestar deben estar en el centro de cualquier política de nivelación escolar y de regreso a clase.
Mientras más objetivos seamos evaluando el momento crítico por el que atraviesa la escuela dominicana más estaremos en capacidad de enfrentar los tremendos desafíos que ella nos plantea.