Hay momentos donde los sobresaltos producen una tensión que se palpa en el aire. La semana que acaba de pasar ha conocido un cúmulo de sucesos difíciles que resultan más pesados en un país todavía cargado por los estragos de una pandemia que mantiene sus nubarrones negros arriba de nuestras cabezas como sobre las de otras naciones lejanas y cercanas.

Y es cierto que uno no deja de preguntarse qué hacer frente a la cuarta ola de Covid 19, con sus variantes Mu y Delta, que llenan de nuevo las camas de los hospitales cuando sabemos de antemano que ninguna solución será satisfactoria.

Sobre otros temas, los titulares de la prensa no tuvieron nada para regocijarnos y refuerzan un pesimismo que la tragedia del suicidio de un hombre público de la talla y caballerosidad de Reynaldo Pérez Pared contribuye a reforzar dejando un manto de pesadumbre e incógnita sobre el país.

En La Vega, otras familias lloran el sacrificio de sus seres queridos muertos sirviendo a su pueblo y nos recuerdan, como suele hacerse en caso de desgracia, las casi inexistentes dotaciones y las precariedades con que se desenvuelven los bomberos dominicanos, a pesar de que brindan un servicio vital.

Estas sucesivas desventuras ocurrieron concomitantemente con otros acontecimientos que han definido la primera plana de los medios de comunicación provocando flujos y reflujos anímicos en la ciudadanía y avalanchas de comentarios en las redes sociales.

Tuvimos el retiro oportuno o inoportuno de la reforma fiscal con su larga lista de opiniones encontradas. Este se produjo luego del triste episodio de la Cámara Alta que ha dejado este organismo al desnudo, desvelando la real motivación de la mayoría de sus integrantes, en particular la de los del Partido del Cambio, de los cuales uno hubiera podido esperar un poco más que de los miembros de los otros partidos políticos.

Esta actitud irresponsable llama la atención por su insensatez. Vuelve a poner sobre el tapete la necesidad de la existencia de este organismo, compuesto por legisladores que demostraron de lo que son capaces cuando de mantener sus insoportables e inaceptables privilegios se trata.

Privilegios aún más irritantes cuando se lee las justificaciones de diputados y senadores sobre la utilidad del barrilito para “obras sociales” y se toma en cuenta una investigación del Banco Mundial reveladora de que la República Dominicana es el segundo país de la región centroamericana con mayor gasto en protección social registrado en 2018.

Señala este documento que es preferible un pequeño número de programas bien diseñados, que se focalicen efectivamente en los hogares pobres y vulnerables, a la existencia de numerosas iniciativas superpuestas implementadas tanto por las autoridades centrales como por las locales.

Para agregar otro componente de presión o inquietud, el presidente de la República renunció a su viaje a Glasgow a la Cumbre Climática Mundial en ocasión de la COP 26, en razón del deterioro acelerado de la situación en el vecino país de Haití.

Se está a la expectativa de una iniciativa norteamericana para rescatar 17 secuestrados en manos de una de las tantas bandas que operan en un país donde las únicas autoridades reconocidas son las de las armas, donde no hay gasolina, donde los hospitales han colapsado y que ha caído en un caos incontrolable.

Mientras el Papa pide a la comunidad internacional no abandonar Haití, un desenlace armado podría ser de un violencia descomunal y repercutiría, al igual que cualquier otra eventualidad, sobre nuestro país.