Las profesiones son expresiones plurales de las ciencias que se articulan con formas de pensar, de sentir y de hacer de los sujetos. Además, las profesiones se manifiestan como una complejidad, por la diversidad de elementos que las configuran y por la interrelación que existe entre estos. Por ello al abordar el tema-problema de las profesiones, se han de considerar sus intencionalidades y sus saberes específicos. De igual modo, han de tenerse en cuenta, también, su lenguaje propio; y la lógica interna que le sirve de sostén y que le aporta consistencia. Asimismo, ha de subrayarse, su particular dinamismo. Estos rasgos propios de una profesión van asociados al código ético que la rige o la ha de regir. Las profesiones generan valores y actitudes en las personas que, además de ejercerlas, las viven con pasión. Este entramado va consolidando lo que se asume como cultura profesional. Esta descripción sucinta de las profesiones revela la importancia y el carácter que revisten en los contextos locales y globales. Pero una cosa es la descripción conceptual de algunas notas características de las profesiones y otra cosa es el poco respeto con que se tratan y se ejercen algunas profesiones. Se espera que el ejercicio de una determinada profesión sea coherente con lo que ella significa y con las exigencias éticas de la profesión misma, de la sociedad y de las personas que forman parte de un sector profesional determinado.
En este marco, vale plantear que la profesión docente se ha visto afectada, en las últimas décadas, por la proliferación de Programas de Habilitación Docente y por la celeridad con que se han desarrollado algunos de estos programas. Esta situación ha generado un incremento, en las aulas, de profesionales de otras carreras, con un funcionamiento deficitario, en muchas ocasiones, para enseñar con calidad y para suscitar experiencias de aprendizaje duraderas. Estos profesionales no han tenido tiempo para apropiarse de los ejes fundamentales de un ejercicio docente fundamentado. Les ha faltado una adecuada articulación entre el saber específico del campo de conocimiento en el que se mueven y del saber específico de la pedagogía como ciencia crítica de la educación. Por todo esto y más, valoramos la Resolución N° 25-2018 del Consejo Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (CONESCyT) de fecha 2 de agosto de 2018. Esta Resolución crea el Programa Especialidad en Habilitación para la Docencia en las Áreas Curriculares y Modalidades del Nivel Secundario de la Educación Preuniversitaria.
La Resolución N° 25-2018 del CONESCyT incentiva, implícitamente, el respeto a la profesión docente. Establece una regulación que garantiza un año de estudio y de profundización en diversas áreas del conocimiento. La profesión docente ha de ser tan seria y respetada como las demás profesiones. Esta Resolución, de alguna manera, establece cierto control para que la persona decidida a incursionar en el campo docente tome conciencia de que ha de apropiarse de algunos mínimos y de que esa apropiación también ha de hacerla en un tiempo prudente. Las asignaturas de la Especialidad en Habilitación Docente en las Áreas Curriculares y Modalidades del Nivel Secundario han de ser cursadas en un año. De esta manera se superan algunas experiencias caracterizadas por una Habilitación Docente por la vía rápida. Ha llegado el momento de poner todo el empeño y el esmero necesario, para que la Especialidad en Habilitación Docente se caracterice, cada vez más, por el desarrollo de procesos con toda la calidad y el rigor posibles. Trabajar el programa en esta perspectiva contribuye a elevar el valor de la profesión docente y al fortalecimiento de las competencias de los participantes en los procesos formativos. Es necesario remirar la profesión docente en la República Dominicana para liberarla de aspectos que la rebajan ante otras profesiones. Las autoridades educativas y la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) han de observar de forma sistemática los factores –internos y externos- que provocan degradación de la profesión docente. Han de actuar de forma decidida desde un diálogo abierto con los agentes de la educación y con los desafíos de la sociedad en la que se ejerce la profesión. A la Resolución N° 25-2018 le falta otorgarles relevancia explícita a la investigación educativa y a la comunicación en educación. Velemos por una profesión docente digna y respetada. Apoyemos los requerimientos que garantizan una profesión docente cualificada y orientada al cambio socioeducativo.