Las autoridades en Puerto Rico han puesto el grito al cielo por la presencia en la isla de una nueva especie de rana autóctona de Cuba, la que al parecer supone una amenaza para la fauna local y sobretodo para el emblemático Coquí boricua.

El director de la Unidad de Vida Silvestre del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) de Puerto Rico, Ángel Atienza, advirtió que aunque no se ha catalogado como plaga la presencia de esa especie, sí supone un peligro para la fauna local,  y no descarta su llegada desde embarques procedentes de la República Dominicana.

La rana cubana Osteopilus Septentrionalis puede ser dañina para los humanos por el líquido que segrega a través de sus glándulas sebáceas, capaz de irritar la piel y de provocar problemas graves de visión si alcanza los ojos, dicen los científicos. Cualquiera pensaría que es el cólera de la naturaleza que busca desaparecer al homo sapiens caribeño.

El riesgo implica que dicho animalito, del género de los anfibios y batracios, en este caso fidelista, según el exilio de Miami y en particular de la Calle 8, –además de lejano pariente de los políticos trogloditas boricuas, cubanos o dominicanos—podría ser un artífice de la inteligencia cubana para infiltrar el exilio, provocar un desequilibrio emocional y de paso promover con tinte morado las ideas socialistas en el Caribe Oriental y la Florida.

La Osteopilus Septentrionalis ha generado inquietud hasta tal punto que ya algunos "expertos" analizan si la misma contiene algún "chip" para explorar, recopilar, procesar y evaluar información "sensitiva", sobre el movimiento del exilio en toda la geografía del Caribe, así como de los políticos corruptos. Pero sobretodo, de aquellos intelectuales y académicos que no comulgan con las llamadas "ideas progresistas", que de progreso no tienen nada.

Incluso, ya en la Florida se ha organizado un movimiento para impedir a toda costa la llegada del anfibio. Se han creado "batallones" con letreros que rezan: No a la rana espía de Fidel. Mientras en Puerto Rico también buscan proteger al Coquí, y el gobernador Fortuño ordenó una limpieza del Caño de Martín Peña, en Hato Rey, así como de la laguna San José y Punta Vacía Talega, en los alrededores del aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín.

En Santo Domingo, el Ministerio de Asuntos sin Importancia realiza ingentes esfuerzos para determinar si existe esa especie en la inmensa fauna de la isla de la española y evitar la desaparición del folclórico Maco Pen-pen o Maco Toro. A tales fines,  el Poder Ejecutivo designó una comisión integrada por el jefe de la Policía, el director de Migración, de Medio Ambiente y de otros burócratas cuyo tiempo no pueden perder por asuntos baladíes.

El pobre animalito, acusado además de ejercer una de las profesiones más antiguas y temidas, alega que la naturaleza lo hizo así. Confiesa que abandonó Cuba porque la situación allí se ha hecho insoportable hasta para las ranas. Claro, nadie le cree esa versión por el perfil sospechoso de sus grandes ojos y las patas extrañas aptas para agarrar todo lo que tiene cerca, así como inclinada tendencia a croar hasta por los codos.

La rana cubana recuerda que desde hace unos años el famoso Coquí boricua llegó de polizonte a las islas de Hawai, en medio del océano Pacífico, a bordo de barcos mercantes, sin visa ni pasaporte. Una vez allí, rompió con el mito de que no podía sobrevivir. Se ha apoderado de los cultivos y el sonido repetitivo, melodioso y sistemático que causan sus glándulas y en las horas nocturnas no permite conciliar el sueño reparador a los residentes y turistas de la isla.

La presunta llegada del batracio cubano a territorio estadounidense ha movilizado a las 23 agencias de ley y orden de Estados Unidos. La orden es detenerlo a como de lugar, porque como ocurrió con el caso del Coquí inmigrante no se puede permitir la presencia de dos sapos y una reina en territorio norteamericano.

Algunos expertos en el asunto aseguran que la única solución para detener el avance de la especie cubana es que la cámara ultra avanzada del pájaro de acero Depredador, cuyo ojo de Águila Calva le permite detectar desde 37 mil pies de altura hasta la placa de una chinche oculta en su cueva de un colchón de un motel de mala muerte, permita descifrar con certeza matemática las verdaderas intenciones que tiene en Puerto Rico y el resto del Caribe la sospechosa rana espía cubana.

En conclusión, la llegada de la rana cubana a la Isla del Encanto comprueba una vez más que las regulaciones fitosanitarias en los pasos marítimos y terrestres de fronteras entre países sólo existen en los papeles, y que las especies migrantes se propagan con toda facilidad con la ayuda de agentes naturales por encima de las barreras usuales.

Además es un buen tema a tratar para romper con la anodina retahíla de asuntos que se ventilan a diario en la prensa dominicana, en tiempos de transición política, los cuales se repiten de manera incansable, con el mismo aburrimiento que ha Sísifo le causaba subir la misma piedra que se le caía día tras día, y que lo estampó en la gloria con su mito famoso.