La República Dominicana, como otros países del mundo, decidió iniciar el año escolar 2020-2021. Todo se hizo entre temores y esperanzas; entre incertidumbres y contradicciones, pero, por fin, el 2 de noviembre del año en curso se dio el pistoletazo de salida; y hoy se inicia la cuarta semana de trabajo escolar. No cabe duda de que es un año escolar atípico y que requiere esfuerzos que pueden catalogarse de extraordinarios. Pero es un hecho saludable para el desarrollo de la educación, de la economía y del país en general. En el proceso que se está desarrollando, son diversos los aspectos que merecen atención. En primer término, los estudiantes. Estos van entrando poco a poco en la nueva dinámica para facilitar el aprendizaje, aunque en un contexto de desigualdad preocupante. Esta desigualdad es estructural; y, como los cambios son cosméticos, conviviremos con ella por un tiempo más largo. A pesar de esta realidad, los niños participan actualmente de una oportunidad a la que tienen derecho y a la que se le ha de prestar atención, para que la calidad de los aprendizajes se aproxime a los requerimientos de la sociedad. En esta dirección, situamos las clases que se están impartiendo. Estamos observando a docentes jóvenes que ponen sus talentos al servicio de una oferta educativa en la que la virtualidad, la televisión y la radio son los medios que capitalizan el desarrollo del trabajo.
Algunos de estos jóvenes docentes evidencian creatividad, interés por el tema que abordan; apropiación de los contenidos que trabajan. Reflejan, también, dependencia de los medios transmisores de las clases, restándole vida al proceso educativo que les toca impulsar. Esta situación requiere seguimiento de parte del Ministerio de Educación. Se han de realizar sesiones de análisis de la práctica; y de orientación metodológica y conceptual con estos jóvenes. A pesar de la prisa y de la intensidad del trabajo, el seguimiento es fundamental para fortalecer capacidades, prevenir errores y garantizar coherencia interna de acciones y procesos. Se nota que falta seguimiento sistemático al desarrollo de las clases; y esto se puede mejorar tomando la decisión de integrar el acompañamiento de los docentes como una política no como una estrategia coyuntural. De igual manera, se puede equilibrar la participación de docentes jóvenes con otros que tengan más experiencia y apropiación de la propuesta curricular vigente en el país; preparación metodológica y conocimiento de los procesos centrales en el desarrollo de una clase.
El Ministerio de Educación de la República Dominicana está a tiempo para organizar un equipo responsable del acompañamiento de los docentes. Preocupa la poca importancia que se les está dando, hasta ahora, a los conocimientos previos de los estudiantes; a los procesos de construcción colectiva del conocimiento y a la relación de las clases con la realidad. Que esto pase al inicio del año escolar, se entiende; pero hay que organizar el acompañamiento para ir retomando temas que no son triviales sino fundamentales en las formas de enseñar que se orientan a garantizar calidad integral en el aprendizaje y en la docencia. Hay que tener cuidado de no subrayar la importancia de los medios de comunicación que se utilizan, sin ahondar en el corazón de las clases que se están desarrollando. En el Ministerio hay personas con capacidad para promover y efectuar procesos de seguimiento sostenido y serio. Convendría revisar si están dispersando energías y talentos, para que reorienten el modo de gestionar ejes vitales del año escolar.
Es necesario dedicar tiempo a los cuadernillos. Hay que valorar el esfuerzo de tenerlos a punto para iniciar el año escolar. Pero ya la Dirección General de Currículo debe emplearse a fondo para que analice y presente propuestas que los mejoren sustantivamente en la estética, en los enfoques y en los contenidos. Además, ha de revisar la propuesta metodológica, la relación con el contexto; y los procesos que se facilitan para enseñar a pensar y a proponer. En este sentido, se ha de eliminar toda resistencia a una mirada crítica y propositiva a los cuadernillos. Este material es pasible de mejora y de atención en los aspectos que puedan condicionar ideológicamente a personas, instituciones y países.
Nos parece muy importante que el MINERD haya habilitado un espacio para orientar y acompañar a las madres y a los padres. Para ellos el año escolar se ha convertido en una experiencia original y compleja. Progresivamente avanzarán en la comprensión de los procesos propios del curso escolar y de la responsabilidad que tienen de colaborar y de aprender. Invitamos al MINERD a remirar con libertad personal e institucional; y con sentido crítico, el año escolar que está impulsando. Esto le permitirá descubrir fortalezas importantes y mejoras necesarias para avanzar hacia las metas que se ha propuesto; y hacia los requerimientos del país en el ámbito educativo y social.