Al escuchar al peripatético presidente de la Junta Central Electoral anunciar la anulación del tollo de ayer y ahora a ver qué hacemos, vino a mi mente la convicción generalizada de que vivimos bajo una "dictadura constitucional"; una forma de gobierno dictatorial, pero al amparo, puramente formal, de una Constitución que ampara los poderes del Estado con todas sus leyes, instituciones y normas y con elecciones cada cierto tiempo, pero bajo la hegemonía de un hombre o un grupo gobernante (sin excluir de esa hegemonía, por supuesto, la “autoridad electoral” que le sirve y que, con eso, se deslegitima).