Debería preocupar a los responsables de la imagen del presidente de la República que a medida que pasan los meses del año 2017 su figura parece encogerse. El “hechizo” que colocaba a Danilo Medina como el presidente que tenía el más alto sitial en la preferencia de sus conciudadanos de toda América Latina se está desvaneciendo.
Los acontecimientos de este año, las confesiones de Odebrecht, la Marcha Verde, el escándalo del CEA fueron manejados como si se tratara de peccata minuta, unas cosquillitas. Visto el manejo del caso Odebrecht por una Procuraduría General hechura del presidente que proporcionó al pueblo el circo emocionante que vimos con estupefacción en nuestras pantallas de televisión, y la creación de una comisión de sabios (algunos ni tan sabios), la pregunta de orden es saber hasta cuándo el presidente Medina podrá seguir aplicando la célebre frase de Balaguer sobre la corrupción que se detenía en la puerta de su despacho y seguir actuando al margen de la opinión pública.
Todas estas cosquillitas de los verdes, de algunos quijotes, de fiscales exógenos, de una jueza ecuánime aparentemente solo han dado como único resultado, según el mismo mandatario, de no dejarlo trabajar tanto como él quisiera.
El problema es que si dejamos al presidente trabajar demasiado podrían producirse otros desastres considerando la habitual falta de transparencia que ha caracterizado los distintos gobiernos del PLD (y de otros partidos) que hemos padecido. ¿Que habas se están guisando con el sorpresivo anuncio del desarrollo turístico de Bahía de las Águilas? ¿Por qué resurgen en este preciso momento anuncios contra los viejos y peligrosos cucos haitianos y la fábula de la amenaza de la reunificación de la isla?
Nadie sabe a ciencia cierta hacia qué senderos nos estamos encaminando. Podemos formar parte de los optimistas que ven en la República Dominicana un país ejemplar en América Latina por su estabilidad, uno de los más pujantes, con un crecimiento económico sostenido, con seguridad jurídica para la inversión y un futuro brillante gracias a su reforma educativa y su política medioambiental.
Otros están muy seriamente preocupados frente a la situación actual y no se dejan cegar por la desfachatez y las estadísticas del gobierno. Estos se esfuerzan por hacer un análisis que no se limite a los aspectos más aparentes de la realidad y aborde las tendencias de fondo que mueven la sociedad dominicana.
Los problemas básicos que agobian la población no están resueltos y muchas veces han empeorado en estos últimos años. No hay prueba más contundente de este sentimiento de cansancio y repudio que la multitudinaria marcha verde del domingo. Ya no se trata de una cosquillita sino de un golpe fuerte al gobierno del presidente Danilo Medina, a sus maniobras, su propaganda y su corrupción, que empaña la vida política de la Nación.