Recién finaliza el proceso para la escogencia de los nuevos miembros de las altas cortes y entre ellas, los que integrarán la Junta Central Electoral. Una comisión de senadores llevó a cuestas la misión de depurar y entrevistar a cientos de ciudadanos con el perfil que se requiere para ocupar esos puestos, que son tan necesarios como vitales para el funcionamiento equilibrado de la sociedad. Especialmente en una sociedad tan política como la nuestra, en la que se respira el ambiente proselitista aunque no estemos en tiempo de elecciones.
En República Dominicana, si hay dos temas que desatan pasión desmedida y de los que todos sabemos mucho y tenemos una opinión, sin lugar a dudas son la pelota y la política. De ahí la importancia y la precisión impecable que exige la escogencia de estos nuevos miembros del tribunal de elecciones. Hablamos de entregar el orden democrático de este país a un grupo de ciudadanos que no pueden ser cualquiera.
Soy una fiel defensora de los relevos, de los rostros frescos que aportan novedad a las instituciones, que se mueven con los tiempos y que marchan al mismo ritmo que demanda la actualidad. Y de igual forma soy una abanderada también de la continuidad, especialmente cuando esa secuencia garantiza el buen funcionamiento de un engranaje tan difícil como lo representa la Junta Central Electoral para la nación y que trasciende más allá de la labor que se refleja cada cuatro años en las elecciones de mayo. Y es que la Junta es mucho más que elecciones, es el órgano que lleva a cabo todo lo referente a la identidad de los dominicanos.
Y si hablamos de identidad a lo largo de todo el proceso de mejoría estructural en la Junta Central, lo justo es resaltar la labor del magistrado José Ángel Aquino, quien hasta hace unos años estuvo al frente de la coordinación de oficialías del Registro Civil. Una instancia de la JCE que años atrás era sinónimo de caos y desorden, cuando sacar un acta de nacimiento, defunción, matrimonio o divorcio era una total odisea. Hoy en día, todos esos procesos se encuentran automatizados, en orden y al alcance de todo el que lo solicite. Una realidad de orden, que en tiempos de buscones, se visualizaba distante y casi imposible de lograr. De igual forma, Aquino se ha mantenido en la JCE llevando a cabo una labor impecable de la que su trabajo y sus logros hablan por sí solos.
Al magistrado Aquino, me une un vinculo afectivo que lo hace casi familia y un cariño que me permite llamarlo Jochy, pero de igual forma un respeto y una admiración por su calidad humana, su entereza y la firmeza con la que ha sabido defender sus posturas aún cuando bailan contra corriente.
Jochy es parte de esa continuidad por la que abogo abiertamente a favor de la Junta Central, que estoy segura que garantizará que esa institución mantenga el buen paso que ha sabido llevar y que seguirá abogando para que la JCE siga luchando por conseguir con cada gestión mucho más transparencia de la que ha demostrado en cada proceso. Además una muestra de que aquí entre tantos candidatos sigue existiendo gente buena, de buen historial, de inicios humildes y que se han ganado su sitio en base a voluntad de trabajo, mucho esfuerzo y vocación de servicio.
Una vez más deposito todas mis esperanzas en el buen juicio de los legisladores que llevan sobre sus hombros la misión de elegir los ciudadanos que tendrán que resguardar el buen funcionamiento del sistema democrático y electoral del país. Y apuesto mi fe en que la sociedad pondrá todo su empeño en elevar su voz para que allí lleguen y se queden los mejores.