Hace veinticinco años, se destapó una “regeneración” política de una sociedad completa: Italia, donde la Operación Manos Limpias (Mani Pulite, en italiano) produjo, en palabras de un corresponsal de la época, un verdadero efecto de “tierra arrasada”: “En Italia fueron condenados cuatro ex primeros ministros, 438 políticos y 872 empresarios. Hubo 2.993 mandatos de prisión y 6.059 investigados. Y allí la operación fue más dramática. Once de los condenados se suicidaron. Entre ellos, y ya en la cárcel, Gabriele Calhari, el presidente de la empresa estatal ENI (Ente Nacional de Hidrocarburos). Se mató también con un tiro en la cabeza Raúl Gardini, presidente de Montedison, la gigante industria petroquímica. La operación Mani Pulite acabó literalmente con todos los grandes partidos, entre ellos la poderosa Democracia Cristina (DC), que gobernaba desde hacía 40 años, y el Partido Socialista (PSI). Allí falleció la Primera República.”
El corresponsal fue Juan Arias, que sigue ofreciendo esas funciones para El País, pero desde Brasil. Con una fuerte formación patrística y teología moral por su pasado de sacerdote católico, es un testigo privilegiado para poder diagnosticar si Brasil llegará a mejor puerto luego de la llamada a capítulo, mejor dicho a investigaciones, a los presidentes pasados e incluso, amenaza al presente, Michel Temer. Él reflexiona rememorando la experiencia italiana y comparándola con la brasileira. Por mi parte, me aprovecharé de ambas experiencias para compararla con la inigualable no-crisis dominicana, que parece que vivimos en el “limbo”. Para este fin, recurro al artículo de Juan Arias, ‘Lava Jato’ y ‘Mani Pulite’, el precedente italiano de la crisis brasileña, disponible en el siguiente enlace de El País: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/14/america/1492125786_526647.html
Afirma Arias que el Juez Sergio Moro, de Brasil, es un experto en el caso italiano, por lo que es una referencia viva. El Juez Antonio Di Pietro jugó el rol de Moro en el caso italiano, produciendo un corte transversal entre todos los partidos italianos: desde la venerable Democracia Cristiana hasta los sacrosantos socialistas. Resultó que el Primer Ministro Benito Craxi, del Partido Socialista Italiano fuera señalado como el titiritero que movía los hilos de la corrupción.
Lo que apesadumbra de esta historia es que luego de purgar los tribunales estas lacras de políticos, el desprestigio de los partidos tradicionales fue tal, que el gobierno cayó en manos de un “showman” como Silvio Berlusconi, producto mediático. La izquierda no pudo regenerarse y convertirse en alternativa a la mediocridad.
Arias considera que en Brasil las instituciones han sobrevivido y sobrevivirán, porque se ha creado una conciencia ciudadana de supervigilar a los políticos, controlar la cosa pública y, al fin, regenerar la “cosa pública”.
Trayendo el tema al patio, aunque tengamos la misma presión ciudadana y los informes de las “coimas” que circularon en Dominicana, nuestra Justicia no se ha puesto los pantalones largos, ni hay indicios de la voluntad política que quiera regenerar la política del país, pues todo es un intento de mostrar que los más honrados e inocentes del mundo son los políticos dominicanos.
Si Arias termina deseando que para Brasil los 25 años no pasen en balde como en Italia, en Dominicana se está haciendo todo para que nos convenzamos de que aquí no ha pasado nada: ni reconocimiento de culpa, ni propósito de enmienda. El mejor ejemplo de país inmerso en las meditaciones propias de una Semana Santa regada con la sangre de los cristianos coptos masacrados con bombas yihadistas en el Cairo. República Dominicana no tiene intención de redimirse al igual que Brasil…