En medio de una oleada de noticias políticas y sociales negativas que han inundado la mayoría de los medios electrónicos e impresos del país en días recientes, dos hechos de naturaleza positiva dan un aliento de esperanza a los enfermos categóricos del pesimismo histórico de carácter nacional.

La primera buena nueva ha sido el anuncio de la entrega de la instalación renovada del hospital traumatológico Doctor Darío Contreras, centro médico que antes era de hecho “un almacén de pobres”, como muy bien lo afirmara el presidente Danilo Medina Sánchez, al inaugurar la nueva instalación médica en el sector oriental del Gran Santo Domingo a un costo de mil-500 millones de pesos.

El mandatario dominicano recordó la necesidad de que las atenciones y los servicios médicos en el nuevo Darío Contreras atiendan a pacientes con y sin seguros médicos, “para evitar que el mejoramiento del servicio en calidad y tecnología se aleje de los más pobres”, dadas la calidad y el nivel tecnológico de los cuales dispone ahora el nuevo centro médico. Lo justo es que allí pague el que disponga de un seguro médico y esté en capacidad de hacerlo, sin que ello vaya en menoscabo de la dignidad de los desheredados de la fortuna.

La instalación médica cuenta con 264 camas, una moderna sala de emergencias, laboratorio clínico y de pruebas de imágenes de resonancia magnética, trece quirófanos, salas de internamiento y una unidad de cuidados intensivos. A ello se suma la dedicación, el esfuerzo y la capacidad humana de un personal médico que ha demostrado a lo largo de su historia su entrega y sacrificio en el servicio a los pobres, muchas veces apenas con los materiales más elementales. Verdaderos héroes anónimos.

La segunda buena noticias ha sido la anunciada por el procurador general de la República, magistrado Francisco Domínguez Brito, al inaugurar un nuevo centro de reclusión de custodia mínima en el sector de Haras Nacionales, con capacidad para 150 confinados mayores de edad, y donde desde hace algún tiempo funciona un centro de corrección y rehabilitación abierto a la comunidad, con una inversión de más de 14-millones de pesos, rodeado de una malla metálica y la vigilancia de dos guardias.

El nuevo concepto de penal humanizado incluye comedor, área verde, dispensario, áreas de recreación, cisterna, casas con tres habitaciones, asistencia médica primaria, servicios de psicólogos, psiquiatras y geriatras, “con la misión de dar sentido y dignidad a la vida de los confinados.” El objetivo del proyecto es confirmar el sentido de civilización y desarrollo de la sociedad, lejos de la ley de la jungla que ha caracterizado el mundo interno en algunos de los centros penitenciarios del país, siendo la más infame La Victoria.

Estas dos buenas noticias ratifican una vez más que lejos de la inequidad social, la corrupción, la impunidad, el robo del dinero de los contribuyentes, la desinformación, el narcotráfico, los haitianos indocumentados y la desidia de algunos ciudadanos en la defensa de la soberanía y el alma nacional, no todo está perdido.

Es posible hacer realidad  obras de bien común cuando hay voluntad y capacidad para materializar los sueños,  plasmar lo que nunca se ha hecho. Donde reinen el sentido común, menos la lucha de intereses y más la sensatez y la solidaridad. Un país que sea más humano, con un sistema político, económico y social menos indigno y más justo para todos. Un verdadero sistema más humano…