Hace un año y escasos meses, las autoridades descubrieron e incautaron una enorme cantidad de medicamentos ilegales en unos almacenes propiedad de José del Carmen Cruz.

Eran medicamentos vencidos y reetiquetados como vigentes para ser puestos a la venta. Medicinas  Inservibles. Falsas. Tramposas. Carentes de todo valor terapéutico.  Sin poder curativo alguno.  Por el contrario, perjudiciales a la salud y de riesgo para la misma vida de los usuarios.

Buena parte de esos fármacos, por una suma multimillonaria, fueron a dar al Programa de Medicamentos Esenciales (PROMESE), el mismo que adquiere y distribuye medicinas esenciales a bajísimo precio al público a través de las llamadas boticas populares.

Cruz fue sometido a la Justicia y enviado a  prisión. Contra él, la Fiscalía instrumentó un amplio expediente por falsedad, violación a la ley de salud, asociación de malhechores y lavado de activos.  Las autoridades le ocuparon una gran cantidad de propiedades diversas:  vehículos de lujo, apartamentos, fincas y más de ciento treinta y ocho millones de pesos en cuentas bancarias.

Llevado a juicio, sobre el recayó una sanción de diez años de prisión, que es precisamente la pena máxima que establece el Código Sanitario vigente para los casos  de medicamentos ilegales.  Era y es la más elevada dictada en este tipo de delito, donde son contadas las ocasiones en que estos casos resultan sometidos a los tribunales, más raros los que son sancionados y levísimas las penas que se impone a los culpables, no obstante ser considerado un crimen de naturaleza grave y tratarse de una actividad ilegal que cada año genera ingresos estimados en más de mil doscientos a mil quinientos millones de pesos.-

Ahora, sin embargo nos sorprende la noticia de que mediante el procedimiento de juicio abreviado, Cruz, con apenas un año y dos meses de prisión cumplida, parte en el hospital, recobra su libertad y con ella, la devolución de una gran cantidad de los bienes que le habían sido incautados.  Más aún, apenas tendrá que reembolsar a PROMESE la mitad de los casi 29 millones de pesos que adeudaba al organismo.  A sus manos volverán 67 millones en efectivo, los vehículos, los apartamentos, las fincas.  Todo un festín de riqueza.

Ya de antes movía a indignación el hecho de que a Quirino Paulino y los demás capos de la droga hubiese que devolverles los bienes incautados, fruto evidente de sus actividades criminales.  Ahora, Cruz pasa a la misma categoría.  A fin de cuentas no hay demasiada diferencia entre traficar estupefacientes y venderle al público medicamentos ilegales, engañosos e ineficaces. Ambos son dañinos a la salud, capaces de provocar la muerte.  A igual delito, la misma consideración.

Sin dudas, Cruz es un ser afortunado. Capaz de sacarse el premio mayor de la loto, sin siquiera jugar el billete.  Para él será un día de fiesta. Para la justicia, de sonrojo.  Para la ciudadanía,  de profunda frustración.

Hace ya bastantes años, se hizo popular una serie radial exaltando la eficacia del legendario cuerpo policial estadounidense conocido como FBI.  Con voz solemne el presentador del espacio en cada episodio repetía sentenciosamente “El crimen no paga”.  Desde entonces ha llovido mucho y también mucho ha cambiado el sentido de la Justicia, donde al menos en casos como este, por desgracia, se llega a la triste conclusión de que por el contrario, parece que el crimen si paga y paga bien.