La existencia de Dostoievski fue sumamente dramática. Aún siendo un adolescente su padre es masacrado por los siervos que poseía en una finca debido al mal trato que les daba.

Al contar con apenas veinte y ocho años, fue arrestado y sentenciado a muerte –en la primavera de 1849– por leer en un círculo liberal conocido como Petrashevski, las obras del socialista utópico francés Charles Fourier.

Esta condena se cumplió mediante un inhumano y traumático simulacro de fusilamiento, que el escritor relata en un capítulo de su novela, El idiota. Esta sanción desconsiderada y brutal, transtornó su psique por todo el resto de sus días y se ejecuta cuando comienza a despuntar su fama como escritor.

Imagen fantástica de Rodion Románovich Raskólnikov

Después el fallo viene conmutado por cinco años de trabajos forzados en Siberia, tierra de condiciones naturales extremas por la intensidad de las bajas temperaturas que prevalecen en esa región polar.

Deberá cumplir trabajos forzados de gran rigor en la famosa Katorga. A diferencia de los campos de concentración de la Unión soviética, la Katorga correspondía al sistema judicial de la Rusia Imperial, pero ambos sistemas compartían las mismas características infernales: confinamiento, viviendas muy primitivas y en mal estado, trabajos corporales pesados que requerían poca habilidad o experiencia, lo esencial en estos era que su ejecución se basaba en el ejercicio de la pura fuerza bruta.

Después de cumplida la pena, el reo debía completar su castigo mediante un tiempo de servicio en el ejercito, que podía durar de cinco años hasta la vida entera.                                                                                                                                                                                                          

El zar Nicolás I despues de la revuelta decembrista, organizada por la nobleza en diciembre del año de 1825, que aspiraba a crear un régimen liberal con una constitución y un parlamento, que coincide con el momento en que Nicolás asume la dignidad de su cargo, gobierna de forma feroz y represiva. Tolstoi escribe un fragmento de novela que trata del tema y que será el origen de Guerra y paz.

Posteriormente, coincidiendo con las revoluciones europeas de 1848, el régimen adopta un sistema de sanciones agresivas y desproporcionadas respecto a las faltas cometidas, para combatir todo tipo de conspiración o rebelión. La sentencia del grupo de Dostoievski es una muestra violenta de esta actitud.

El novelista recibe la liberación de la Katorga en 1854, y enseguida viene  incorporado al ejército como soldado raso. Durante los cinco años siguientes forma parte del Séptimo Batallón de línea, acuartelado en la fortaleza de Semipalátinsk en Kazaquistán.

En 1857 se casa con la viuda de un amigo, María Dmitrievna Isáyeva –en esos territorios las mujeres escaseaban, y además de compañía, contribuían a hacer la vida práctica más llevadera–. Ese mismo año el zar Alejandro II decreta una amnistía que lo beneficia. Por ella puede recuperar su título nobiliario y se le permite publicar sus obras. En 1859, obtiene el permiso para regresar a San Petersburgo. Entonces comienza una intensa colaboración con su hermano mayor, Mijail, con quien se dedica a publicar una revista.

Inesperadamente, en el año 1864 fallece Mijail, quien se ocupaba de la parte administrativa de la publicación. A su muerte se revela una deuda de venticinco mil rublos. El escritor se hace cargo de la misma y se ocupa del mantenimiento de toda la familia. Además, en ese año, también muere su esposa.

Durante toda una anualidad su tarea principal, aparte de escribir, es la busqueda febril de dinero para cubrir las deudas y tratar de mantener en vida la revista. Llega a hipotecar los derechos de autoría de su obra. Su jornada de trabajo es inhumana, de diecinueve a veinte horas diarias.

Empero, tanto esfuerzo no puede mantenerlo por más de un año. Consigue dinero mediante prestamos con todo usurero que se lo quiera facilitar y logra pagar las deudas dejadas pendientes por el periodico. Ahora las asume él personalmente y para cubrirlas decide dedicarse a hacer lo que mejor le resulta: escribir.

Prisioneros de la Katorga al llegar a la línea divisoria entre Europa y Asia, lugar de despedida de los parientes y amigos que le acompañaban en el viaje de destierro.

En 1865 comienza a redactar Crimen y castigo, entonces se encontraba en Wiesbaden, Alemania, en una situación particularmente angustiosa: está sin dinero y lo que consigue lo dedica al juego de la ruleta con la esperanza de conseguir efectivo para pagar sus deudas. Un tremendo círculo vicioso. Para subsistir tiene que empeñar su ropa o su reloj. Esta situación es el motivo que guía al protagonista de la novela.

La publicación de Crimen y castigo supuso su consagración como un gran escritor y el principio del fin de sus apuros monetarios.

A esto último contribuyó su viudez y un nuevo matrimonio, en febrero de 1867,
con Anna Grigorievna Snitkina (1846-1918) quien había colaborado con él como estenógrafa cuando escribía El jugador, no sólo fue una amante esposa que él adoró, sino que supo reorganizar su vida, sobretodo sus asuntos económicos. Se puede decir que Anna salvó de sus locuras a Dostoievski, aunque tal salvación fuera bastante menos dramática que la de Sonia con Raskólnikov. [Cfr.: Anna Grigoriewna Dostoevskij: Mio marito, Dostoevskij, Kindle, Sem Edizioni, 2015]

Dostoievski no destaca como escritor por el plenitud de sus descripciones de los sentimientos, del paisaje, ni del carácter de las personas, como sucede con Turguénev, sino por la fuerza moral de sus actores enfrentados a tremendos dilemas existenciales.

Su inventario de San Petersburgo no engloba detalles de su monumentalidad ni de la vida suntuosa en sus señoriales avenidas. En Crimen y castigo expone  la movilidad de la ciudad durante una estación del año, el verano: A principio de julio, con un tiempo sumamente caluroso… El sentido que domina la experiencia de la vida es el olfato. A través de este se destaca la sensación que ofrece la ciudad en el verano: La gente iba en grupos por las calles; artesanos y hombres atrareados  volvian a sus casas, otros paseaban , olía a cal, a polvo, a agua estancada. [F. M. Dostoyevski: Obras Completas, Editora Aguilar, Trad. Rafael Cansinos Assens, Tomo II, p. 210].

Imagen de la segunda esposa de Dostoievski y sus dos hijos: Anna Grigorievna Snitkina, Lyubov Fyodorovna Dostoevskaya o Aimée Dostoyevskaya y Fiódor.

Los malos olores nos permiten advertir que la hediondez es el rasgo común  de todas las ciudades del pasado y caracterizan su pobreza. El frío, tremenda causa de sufrimiento y enfermedad, no se describe en Crimen y castigo, porque  la acción se desarrolla en el estío.

Particularmente, en el capítulo II de la primera parte, en la taberna donde se encuentra con el funcionario Semión Zajárovich Marmeládov, se dice que emanaba un hedor insufrible: en el mostrador había pepinillos, bizcochos denegridos y trocitos de pescado; todo lo cual hedía. La atmósfera era tan sofocante, que no se podía estar allí, y hasta tal punto estaba impregnado todo de olor a aguardiente, que se hubiera dicho que con tan solo respirar aquel ambiente cinco minutos, podía uno emborracharse. 

No obstante habría que subrayar que esa hediondez punzante era la exteriorización del fenómeno de la pobreza. Los rusos de esa época vivian bajo el vaho característico de una pobreza marcada por condiciones de higiene desastrosas que aparecen reflejadas en la novela. No hay que olvidar que San Petersburgo es una ciudad de canales como Venezia, que en el verano se transforman en cloacas. Ese es el tufo de la historia.

Por ejemplo, en Versalles: Mendigos, sirvientes y visitantes aristocráticos utilizaban las escaleras, los pasillos y cualquier lugar apartado para aliviarse, escribió el británico Horace Walpole, un aristócrata que describe el Palacio como un gran pozo negro, cuyo olor se aferraba a la ropa, a la peluca e incluso a la ropa interior. [Molly Antigone Hall, La vanguardia, historia y vida, 25/01/2020]

Debe destacarse sin embargo, que los personajes cuya miseria contemplamos en la novela no son de clase baja. Pertenecen a la minoría privilegiada, a la que un abismo separaba de la mayoría campesina de Rusia, abismo que queda manifiesto en una observación: un hombre imbuido de cultura contemporánea preferiría ir a presidio antes que aguantar el trato con gente tan extraña como eran los campesinos rusos.

La esperanza de vida en ese tiempo era que cerca de la mitad de las personas morirían antes de llegar a los veinte años (muchos de ellos en la primera infancia) y otra cuarta parte más, antes de llegar a los cincuenta, por lo que al morir el padre no todos los hijos poseerían suficiente para poder vivir en una situación limitada. Recuérdese la tragedia de  los Marmeládov.

Por otra parte, la afición de los rusos a las bebidas alcohólicas era ya proverbial en el siglo XIII, mucho antes de que aprendieran a destilar vodka, como se muestran las referencias a Rusia presentes en el libro de Marco Polo, que recoge anécdotas de tremendas borracheras.

La calidad de la vida la retrata Dostoievski en esta obra de una manera ejemplar: Viviendas atestadas e insalubres, polvorientas, ruido ensordecedor, ropa reducida a harapos, hambre, prostitución infantil, enfermedades e infecciones son las caracteristicas del San Petersburgo de la novela. Los efectos terribles de la tuberculosis están presentes, es la gran plaga del siglo XIX –además de las enfermedades venereas–, y se muestran vigorosamente en el personaje de Katerina (Katia), la esposa de Marmeládov.