La meta que ha conseguido reunir a la mayor cantidad de cocineros dominicanos, entre los que me encuentro y a 4500 unidades de plátano de Tamayo en la ciudad más grande de la Rep. Dominicana fuera de la isla, las cebollas y hasta la naranja agria, también consiguió reunir una ingente cantidad de artistas de diferentes géneros, expositores y público en general. Un apabullante despliegue de medios, estando entre ellos los latinos más poderosos de Estados Unidos y delegaciones de medios dominicanos de toda índole.
Nueva York se convirtió estos días en la capital del mangú, del plátano dominicano y el más grande escaparate de nuestra cultura gastronómica.
El mangú es quizás el plato que menos está presente en la mente de los pensadores dominicanos como exponente “marca país gastronomía”, quizás por ser una de las elaboraciones más humildes y populares o simplemente porque su aspecto no le ayude mucho, lo cierto es que, sin duda alguna, es una de las primeras palabras que los turistas pronuncian al llegar al país y que, según comentan en los hoteles, algunos dicen que no se quieren ir sin probar el mangú.
Esta situación hace referencia al derecho natural que les pertenecen a todas las cosas y cómo algunas de ellas son tan fuertes y con tanta personalidad, que sin alzar la voz se imponen solas.
Pero para romper un récord Guinness de tales características hacen falta muchas cosas, mucho esfuerzo, mucha determinación y una mente pensante. María Marte, en aquellos días en los que Madrid era nuestro cobijo, me decía: Martín Omar, tenemos que hacer cosas en conjunto y tenemos que hacer cosas grandes. La idea de resaltar el mangú como icono de la cultura culinaria dominicana cobró vida cuando se junta con Amilkar y Pamela Gonell, dos cocineros dominicanos que desde hace varios años persiguen ese sueño de muchos de una cultura gastronómica limpia y renovada. Este premio, que ahora es de todos, es el fruto de mucho esfuerzo, mucho tiempo invertido, mucha creatividad, mucha pasión y una impronta propia de tres luchadores como ellos. No hace falta redundar en lo difícil que es, en muchas ocasiones conseguir el apoyo y la unión entre los dominicanos y me atrevería a decir que ese ha podido ser uno de sus mayores retos.
Reto que nos condujo a The Hudson, un hermoso rincón a orillas del río en Manhattan que, no por coincidencia, está enclavado en Washington Heights, uno de los barrios icónicos de la comunidad dominicana. Para mí, que esta actividad se haya celebrado en Nueva York está cargada de mucho simbolismo, que de una manera u otra redundará en beneficios para todos los dominicanos de todo el mundo. El mero hecho de que los plátanos utilizados para elaborar el mangú más grande del Mundo hayan salido en procesión desde Tamayo, el municipio que produce uno de los mejores plátanos del país, es más de lo que cualquiera pueda imaginarse. Los productores de plátano, en conjunto con la alcaldía de Tamayo enviaron 4500 unidades de plátanos producidos especialmente, no sólo para para romper este récord, sino también cumpliendo con las normativas consabidas para enviar alimentos frescos a los Estados Unidos. El precedente ya está sentado, que la puerta de entrada a los rubros dominicanos se mantenga abierta es cosa de todos y ojalá no la dejen descuidar y muchos productores dominicanos puedan encontrar ahí una rica ventana donde quitarse la mascarilla que arropa a la industria y puedan aspirar algunos dólares frescos.
Entre todo lo que ocurrió durante este día interminable, fue el desfile de artista por el escenario que se mantuvo activo desde que los primeros rallos de luz aparecieron encima de los árboles que pueblan la orilla del Río Hudson.
Cuando se llegaba a la recta final, las fuerzas ya estaban casi en su totalidad convertidas en 800 libras de mangú y las emociones se encontraban como las lágrimas que se hacen nudo en la garganta esperando reventar con el veredicto del inspector entonces, con más energía que el grito de felicidades en el cañonazo de año nuevo, el recinto se vino abajo, gritos de felicidad, víctores a la República Dominicana, emoción que los medios de comunicación se encargaron de que también fuera la emoción de toda Latinoamérica, en especial Telemundo y Univisión que hicieron correr la voz por todo el continente.
El mangú, el más humilde del inmenso recetario dominicano, el más madrugador y el que provee de energía a millones de dominicanos, es ahora la lleve que abre las puertas al abanico de posibilidades que tenemos como país, como cultura y sienta el precedente de que si nos mantenemos unidos el cielo será nuestro techo.