En la gran mayoría de los países latinoamericanos la pandemia se desarrolló, por cierto menos rápidamente que en Europa, solamente a partir de la segunda mitad de marzo. En varios países, esto permitió planificar el control del brote con las medidas de contención que se estaban poniendo en práctica en los otros países. Esas medidas, por su impacto en la economía, no pueden mantenerse por mucho tiempo en su forma más rígida y, una vez más con alguna antelación respecto a América Latina, varios países europeos las están relajando.

Después de aproximadamente dos meses, es el momento oportuno para hacer un balance de la situación latinoamericana que se presenta bastante desigual 

La analizaremos en los nueve países con al menos 8.000 contagios, y la compararemos con dos grupos de países, el de los con más de 40.000 contagios y el de los países con menos del 10 % de los contagiados infectados, varios de los cuales están relajando las medidas de contención. No analizaremos aquí los demás países, entre los cuales los más afectados son Bolivia, Honduras y Guatemala, reenviando a (https://www.researchgate.net/profile/Galileo_ Violini/research) donde en los próximos días se presentará una versión más amplia y detallada de este análisis.

El estudio del desarrollo de una pandemia puede utilizar modelos epidemiológicos que prevén el andamiento del número de los contagios o análisis estadísticos de los datos históricos. Los modelos usan un sistema de ecuaciones diferenciales, que determina la evolución del número de contagios a partir de la situación en un determinado momento inicial y de hipótesis fenomenológicas sobre las modalidades de desarrollo. Normalmente, los utilizados para esta pandemia derivan de manera más o menos sofisticada de uno propuesto alrededor de hace un siglo, el modelo SIR. Bajo algunas hipótesis simplificadoras, el desarrollo del número de contagios se puede representar con una curva, llamada logística, cuya forma se parece a una S. Esta representación reproduce muy bien el primer caso nacional estudiado en detalle, el de la República Popular China y, con diferentes grados de aproximación, la evolución del contagio en el grupo de países con menos infectados. Como ejemplo excelente, se presenta la curva de los casos confirmados de un país con solamente el 3 % de infectados, Nueva Zelanda.

 

La duración del tramo inicial presenta amplia variabilidad, así como la del tramo ascendente. La primera es probablemente accidental, y depende de las circunstancias en que inicia la epidemia. Hay países como Italia o Irán, en los cuales en tan solo cuatro-cinco días se llegó a centenares de casos y otros donde para que esto ocurriera transcurrieron varias semanas. El tramo ascendente depende de las medidas adoptadas y de los comportamientos sociales del país y su duración puede tener una gran variabilidad. En Nueva Zelandia duró poco más de 25 días y en la cercana Australia alrededor del doble. Esto desvirtúa la teoría, mejor dicho la sugerencia, de un matemático israelí, según la cual, la pandemia se agotaría en míticos 70 días.

El aparecer de la meseta (aproximadamente) horizontal indica que los nuevos contagios se han reducido considerablemente. Un instrumento para prever que esto ocurra es el análisis estadístico de los casos confirmados. Es cierto que este indicador tiene elementos de incertidumbres, sobre todo por la presencia de casos de infectados asintómaticos, que solamente una vigorosa política sanitaria (tampones a muestras estadísticamente significativas, seguimiento de los contactos de los enfermos) pueden poner en evidencia. Sin embargo, en muchos países la posibilidad de que se empiece a ver el achatamiento de la curva ha permitido tomar decisiones de relajación de las medidas de confinamiento y distanciamiento social.

Para apreciar la real situación de América Latina, veamos cómo se manifiesta la pandemia en los 15 países de otros continentes con más de 40.000 contagios. Uno de ellos, Alemania, pertenece también al grupo con pocos infectados. En algunos casos (España, Italia, Francia, Turquía, Bélgica y Países Bajos) se pueden apreciar indicios de que la curva ha empezado a aplanarse y de hecho esto se refleja en decisiones políticas de relajación de las medidas, de todas formas sujetas a chequeos, ya que no se puede pasar por alto el riesgo de que se reactive el contagio.

La situación más frecuente es la que se presenta en estas dos figuras que se refieren a Rusia y Países Bajos:

 

En ambos casos los datos iniciales pueden ser descritos por una curva exponencial que, en un momento dado, se aleja significativamente de la línea de los datos. Este andamiento exponencial es una manera simplificada y aproximada de reproducir la primera parte de la S. Lo interesante es lo que pasa a partir del momento en que se observa la desviación.

En ambos casos, una línea recta reproduce los datos y en el caso de Rusia lo hace mucho mejor, como indica el valor de R2, un coeficiente usado en estadística para medir la calidad de un ajuste. Hay que observar que, en nuestro caso, el que R2 valide el ajuste es lamentable ya que la buena calidad de un ajuste lineal implica que se está todavía lejos de la fase en que se manifiesta el andamiento a S que caracteriza el final de la pandemia.

¿Qué podemos decir acerca de los nueve países de América Latina?

En ninguno de ellos se observa la formación de la S. En todos, la curva exponencial de ajuste a los datos en un momento dado se aleja de la de los datos de la misma forma observada para Rusia y Países Bajos, y, con la excepción de Argentina y Chile, el análisis a partir de ese día lleva a ajustes lineales cuyos valores de Rson lamentablemente más cercanos al de Rusia que al de los Países Bajos.

Este análisis no se hizo para el caso de Brasil, ya que otra exponencial (e 0.0675) describe mejor los datos, lo cual significa que estamos muy lejos de ver la S, ni para Ecuador, cuyo desarrollo temporal de los datos presenta algunos problemas que no permiten hacer un tal análisis.

En la tabla se presentan los valores de los parámetros de la recta y= ax +b, que ajusta los datos de los días más recientes (aproximadamente 10). A este propósito se recuerda que el valor de a representa el incremento diario determinado por el ajuste.

Estos resultados sugieren algunas reflexiones. Excepto tal vez para Chile y Argentina, estamos en la etapa creciente de la S, y no hay manera de prever la duración de esta etapa, que depende de las personas y no del virus. La presión por la activación de la economía impide mantener medidas de aislamiento por un plazo muy largo. Esto impone una flexibilización de esas medidas, que puede tal vez incluir la previsión de una alternancia de trabajo casa-oficina, como han propuesto dos científicos israelíes, con ciclos de trabajo-aislamiento domiciliario de 5-9 días respectivamente, lo cual permitiría un elevado grado de control de un eventual contagio. En países de gran extensión geográfica es posible considerar la oportunidad de diferencias regionales e incluso de limitaciones regionales a la movilidad.

Hay que ser conscientes de que la flexibilización de las medidas de confinamiento puede favorecer que se produzcan nuevos contagios, como confirma el caso de Corea del Sur, uno de los países donde mejor se había controlado la pandemia, y donde, en los últimos días, se han registrado más de 130 nuevos casos, que han afectado en gran parte jóvenes y que en muchos casos se han sido originados en el barrio de bares de Seoul.

Otras experiencias asiáticas confirman que no hay que sobreevaluar posibles resultados de contención de la pandemia. En Irán, país con solamente el 16,1 % de los contagiados todavía infectados, en las últimas dos semanas ha habido un promedio diario de 1.567 nuevos contagios contra 1.077 curados y esto ha ocurrido en el sur del país que no había sido golpeado en la etapa anterior del brote.  También digno de notar es el caso de Vietnam, país ejemplar ya que, desde el comienzo de la pandemia, ha tenido en total solamente 324 casos, de los cuales, y esto parece preocupante, el 17 % se ha registrado en los últimos días.

De aquí lo imprescindible de un control cuidadoso de la emergencia de nuevos casos y lo importante de realizar pruebas, que, recordamos, tienen un impacto directo sobre el sistema hospitalario, contribuyendo, a través de detecciones tempranas que permiten aislamiento domiciliario y tratamiento en la etapa inicial, al control de uno de los aspectos más críticos de la pandemia, la presión sobre el sistema sanitario y sobre todo sobre las unidades de cuidado intensivo.

* Director emérito del Centro Internacional de Física. Premio Wheatley de la American Physical Society. Asesor del MESCYT.