La contaminación del aire urbano constituye una amenaza a la salud pública en muchas grandes ciudades del planeta. El tráfico incesante sumado a los vertidos de las fábricas que no controlan sus emisiones, convierte el aire en un agente de muerte debido a que los niveles de partículas contaminantes sobrepasan los límites de seguridad para la salud humana estipulados por la Organización Mundial de la Salud, OMS.
Un informe no actualizado de la OMS, difundido en 2012 estima que una de cada ocho muertes en el mundo fue ocasionada por el aire contaminado, de un total de dos millones de personas fallecidas en ese año. Y se estima que ello será un reto para los siete mil millones actuales de habitantes, el cual se incrementará para los nueve mil millones en los próximos años a causa de la mala calidad del aire que se respira.
La OMS estima como límite seguro los 20mcg/m3 (microgramos por metro cúbico) para los contaminantes clásicos como el óxido de azufre, óxido de nitrógeno, partículas, y otros, en ciudades como París (38 mcg/m3) y casos extremos como el de Pekín, las cuales superan con creces los niveles de seguridad, lugares donde las medidas de emergencias adoptadas para aliviar la amenaza no resultan suficientes.
En el caso de Santo Domingo, la ciudad más poblada del país, no existe un programa de monitoreo de la calidad y condición del aire, pese a que se han detectado niveles altos de material particulado en el aire, lo cual ha sido vinculado a problemas respiratorios como bronquitis aguda, principal causa de muerte entre menores de cinco años de edad, y las consultas por problemas respiratorios suelen ser altas por temporadas, al igual que la morbilidad y la mortalidad infantil.
Según estudios previos, las principales fuentes de contaminación en la República Dominicana lo constituyen el uso de biomasas, carbón para cocinar o calentar, combustibles líquidos, gas doméstico, querosene o parafina. Ello se agudiza por las millones de toneladas diarias de emisiones de carbono de vehículos, chatarras y de último modelo, así como los generadores de plantas privadas y la quema al aire libre de desperdicios sólidos y drogas confiscadas por las autoridades.
El país cuenta con una Norma Ambiental sobre Calidad del Aire y con otra Norma Ambiental para el Control de las Emisiones de Contaminantes Atmosféricos originados en Fuentes Fijas, traducido en estándares definidos en la Norma de Calidad del Aire, vigente en todo el territorio nacional para las industrias, comercios, proyectos, servicios y toda instalación que genere contaminantes que alteren la calidad del aire.
Un informe del diario El Caribe, publicado el 11 de noviembre de 2011, indicó que los datos más recientes de la Dirección de Gestión Ambiental del Ayuntamiento de Santo Domingo revelan que los niveles de material particulado de monóxido de carbono, dióxido de carbono y azufre concentrados en gran parte de la ciudad alcanzan los límites establecidos. El hecho fue calificado de alarmante por los ministerios de Salud Pública y de Medio Ambiente hace siete años. A la fecha no hay datos actualizados disponibles, al menos publicados, de esa amenaza silenciosa.
¿Cuáles siguen siendo los puntos de la ciudad más afectados por los altos niveles de contaminantes del aire? Los más críticos lo constituyen las grandes avenidas: Máximo Gómez, 27 de Febrero, John F. Kennedy y Gregorio Luperón. En esas rutas, que concentran las rutas de transporte público privado y comercial día por día, la presencia de material particulado oscilaba entre 10 y 2.5, equivalente a 26 microgramos diarios de partículas en suspensión, lo que supera con creces los parámetros críticos de 50. Lo mismo ocurre con los niveles de monóxido de carbono.
La calidad del carburante utilizado por miles de vehículos constituye otro dolor de cabeza para la calidad del aire que se respira en la ciudad de Santo Domingo. En 2015, la gasolina surtida contenía de 10 a 30 ppm (1,500) de azufre (partes por millón, es decir, la cantidad de sustancia por cada millón de unidades del conjunto), mientras el diésel tiene entre 7,000 y 7,500 ppm de azufre, cuando debería situarse en 50, mientras el combustible para la industria, el bunker, tiene más de 30,000 ppm, y debe situarse en 10, 000.
Ello significa que las partículas en suspensión 2.5, llamadas así por medir menos de 2.5 micras de diámetro, se originan casi en un 90 por ciento en el tráfico y la emiten los vehículos con motores diésel seis veces más que los que consumen gasolina. Las autoridades de entonces calificaron la situación de preocupante y grave debido a los tres factores que la conjugan: un parque vehicular en auge, combustibles de mala calidad y vehículos chatarras o en mal estado y sin convertidor catalítico.
Ante la ausencia de medidas tangibles que alivien y mejoren la calidad del aire en Santo Domingo, al menos la madre naturaleza hace su parte. El hecho de ser una ciudad costera, permite que los vientos fluyan de sur a norte durante el día, y en dirección inversa durante la noche. Esa dinámica atmosférica permite que la contaminación acumulada en el día sea dispersada por los vientos en las capas más altas o se diluya en el mar durante la noche, aunque las múltiples torres actuales bloquean en parte el proceso.
La Capital dominicana, con más de tres millones de habitantes reducidos a un área de 104.44 kilómetros cuadrados, y con una densidad poblacional de 8,747 personas por kilómetro cuadrado, continúa bajo la amenaza de un asesino silencioso, agravado por la presencia de más de un millón y medio de plantas eléctricas de emergencia. El resultado: monóxido de carbono, dióxido de sulfuro, óxido de nitrógeno, ozono troposférico , dióxido de azufre y hollín microscópico particulado y en suspensión, todos los cuales alteran la calidad del aire y producen daños y molestias graves a la salud humana y a la naturaleza. ¿Quién controla esto? ¿Dónde están las respuestas? ¿Quiénes son los responsables? ¿Cuáles son las soluciones? Siete años después continuamos a la espera de resultados…