Nueva York.-Donald Trump y Bernie Sanders son líderes de una revolución populista que terminará por transformar  las estructuras y plataformas políticas de sus respectivos partidos Republicano y Demócrata. Las coincidencias entre ambos aspirantes presidenciales, reflejada en la unidad de su polaridad, también ilustra lo que el materialismo dialéctico marxiano denomina “unidad y lucha de contrarios”.

Trump y Sanders son insurgentes contra las élites partidarias, ahí se unen, y coinciden en cuestiones fundamentales: Se apoyan en la clase media que empobrece y la clase baja estancada; están contra los tratados de libre comercio y contra los recortes del Seguro Social. Ambos proponen seguro médico universal y rechazan los financiamientos corporativos a las campañas electorales.

Esos aspectos los unen, pero  Trump y Sanders tienen opiniones muy contrarias sobre cómo alcanzar esos objetivos.

Si sumamos la mayoría republicana con Trump y los demócratas de Sanders, es innegable, la mayoría de los estadounidenses demanda cambios profundos en términos económicos y políticos.

Luego de que Jeb Bush se retiró, la élite partidaria republicana se levantó en armas contra Trump, mientras, Hillary Clinton, de la élite demócrata, lucha por sobrevivir.

Si Trump y Sanders son los candidatos, tendremos un verdadero debate electoral, porque el primero busca más acumulación de riquezas, el segundo aboga por una mejor distribución.

Eso ilustra bien su unidad y lucha de contrarios.

No importa quien resulte el candidato,  habrá que discutir las desigualdades económicas, no podremos ignorarlas, ese debate producirá una redefinición de los partidos.  En los años 60, la lucha por la integración racial y los derechos civiles, redefinió al Partido Republicano.  La derecha evangélica sureña lo asaltó, y lo convirtió en el partido de Dios, las corporaciones y los blancos.

Nadie sabe como terminará, pero las mayorías demandan, y la historia impone, una auténtica recomposición política y económica.