Nueva York.-La clase política estadounidense conspira para impedir que Donald Trump asuma la presidencia, el 20 de enero, y todos lo sabemos, esa gente es tramposa y marrullera.
Engañaron a Al Gore en el 2000, a Bernie Sanders este año, y al país completo desde 1989.
El lunes 19 los Colegios Electorales votarán y proclamarán oficialmente al presidente electo, la clase política quiere impedir que esos electores voten por Trump, como debe ser.
Trump reacciona con tres respuestas inteligentes y prácticas.
Lanzó una “Gira de Gratitud”, moviliza y aceita su maquinaria política ultraderechista y fanatizada a nivel nacional para defender su triunfo. Ya “luce presidencial, salvando empleos”, que se iban a México.
Y, lo más importante, organizó una sólida Junta Dinerócrata-Militar.
Hasta ahora su gabinete tiene tres generales y varios billonarios, dificultando cualquier conspiración contra esos “poderes fácticos” estadounidenses.
Curzio Malaparte, en su Manual para el Golpe de Estado, lo define como “un recurso de poder cuando se corre el peligro de perder el poder”.
Temeroso de perder el poder, Trump apeló al Golpe de Estado.
Ahora los Bush, los Clinton y los Obama, actuando contra Trump, actúan contra, y antagonizan a los generales y a las personas más ricas del país.
En ésta refriega política, ya la democracia está perdiendo.
Para que esto sea una democracia, los militares del Pentágono deben tener un jefe civil. Legalmente un ex general sólo puede dirigir el Pentágono si tiene por lo menos siete años retirado.
El general retirado James –Mad Dog– Mattis, nominado por Trump como secretario de Defensa, solo tiene tres años en retiro, pero el Congreso le dará la “dispensa” necesaria.
Y tendremos a un general dirigiendo a los generales, en el Tercer Mundo, eso se llama “Junta Militar”.
El autoritarismo se levanta como nuestro destino inmediato, ineludible.