Nueva York.-El discurso de toma de posesión siempre inicia la campaña de reelección del nuevo presidente. Por eso muchos solían pintar un hermoso futuro y nos invitan a acompañarlos para llegar al lugar, a esa “tierra prometida”. Como aquella “ciudad en la montaña” de Ronald Reagan.
El presidente Donald Trump ganó pintando y exagerando el lado oscuro de la sociedad, nadie cambia lo que funciona. Trump sigue leal a lo que le dio resultado en la campaña: “esto esta mal, muy mal, horrible, terrible, no bueno, y yo arreglo esto”.
Debemos aceptar que Trump significa una transformación radical de la política. Todo lo que sabíamos o creíamos saber falló, Hillary no ganó, lo imposible ocurrió, Trump es presidente. Olvidemos aquel mundo, sus fracasadas reglas no funcionan hoy.
Escuchemos y observemos a Trump con cuidado, él insiste en que tiene un “movimiento”, denunciando a politicos ladrones.
Trump dice la verdad, hay un “movimiento” mundial reclamando cambios y se manifiesta en la derecha y la izquierda. El Tea Party en la derecha estadounidense, Occupy Wall Street en la izquierda. Brexit en Inglaterra, Marie La Pen en Francia, el referendum fracasado de Italia, Bernie Sanders entre los demócratas.
Trump le habla a quienes buscan cambio, promete quitarle el gobierno a los políticos entregárselo al pueblo. Trump denuncia a los politicos ricos dirigiendo un pueblo pobre, intenta sustituir la discusión desigualdades económicas y re-enfocarnos en las desigualdades económicas entre líderes y seguidores. Es buena estrategia, puede funcionar porque simplifica la cuestión.
Trump está bien parado, controla el Congreso, la economía se recupera y planea tirar $3.0 trillones a la calle para reconstruir la infraestructura nacional. En la oscuridad del panorama que él pinta, esa plata creará muchos dias bien soleados y, desde luego, todo será “gracias a Trump”, arrancó la campaña reelecionista.