Nueva York.-En la mitología griega, Dédalo construye un laberinto para confinar a Minotauro, un monstruo mitad hombre, mitad toro, quien devora a que entran a su morada.
En política estadounidense, el presidente Donald Trump construyó un laberinto de chismes y distracciones, donde él es el Minotauro que devora a quienes obstruyen sus oscuros propósitos.
Como maestro de la distracción, usado su talento de vieja chismosa, Trump oculta su agenda ultraderechista con chismes.
George W. Bush e Hipólito Mejía, por ejemplo, explotaron su apariencia de idiotas, Trump explota su pasión chismosa.
“Uno no es lo que quiere,” dice José José, “sino lo que pueda ser”.
Aunque Trump parece disparar desde la cintura, tiene la precisión de un francotirador, para distraernos cuando le conviene.
En su laberinto, alcanza medias victorias, la Suprema Corte aprobó parte de su prohibición de entrada a personas de países mayormente musulmanes. Cuando fracasó su propuesta de reforma sanitaria, lanzó un escupitajo de vieja chismosa.
Quienes intentan penetrar a su laberinto pagan bien caro. CNN perdió credibilidad y dos de sus periodistas tuvieron que renunciar, ahora Trump lanza un chismoso mensaje de twitter contra Joe Scsborough y Mika Brzezinksi de MSNBC.
Ese chisme nos distrae, mientras Trump presiona a los republicanos del Congreso para que eliminen el “Obamacare” sin nada con que reemplazarlo.
Parece una locura, pero es una diablura calculada, si elimina el seguro médico de todos, cuando lo restablezcan para unos pocos, estaríamos “avanzando”.
Como Hillary Clinton, Trump busca empobrecer más a los pobres para enriquecer más a los súper ricos.
Se apoya en iglesias evangélicas, Trump es “mensajero de Dios”, en los militares y los policías.
En la mitología griega Teseo penetra el laberinto, lo descifra y acabó con Minotauro, hasta que aparezca un Teseo en nuestra política vernácula, Trump gobierna su laberinto.