Según Ted Kennedy, Bill Clinton le comentó que Barack Obama, en “circunstancias normales” estaría “sirviéndonos café, no compitiendo por nuestros empleos”.
Ronald Reagan le dijo a Richard Nixon, que los negros eran “monos con zapatos”.
Según Joe Biden, los “niños pobres” pueden ser “brillantes” como “niños blancos” (nacen brillantes)
La educación pública es tan segregada como antes de los Derechos Civiles de 1964, los gobiernos siguientes crearon ésta iniquidad, Obama la encontró, nada cambió.
El pecado del Presidente Donald Trump es decir en público lo que otros comentan en privado.
Crucificar a Trump lo hace Mesías, redimirá a los racistas del mundo y, como cristianos, se multiplicarán, pecarán más.
Revisemos sus antecesores.
Lyndon B. Johnson asumió la presidencia tras el magnicidio Kennedy. Promulgó los Derechos Civiles, incluyó derechos femeninos (pensaba en mujeres blancas), invadió Vietnam y huyó, es el único que “voluntariamente” decidió no reelegirse.
Nixon renuncia en Watergate, Ford asume, no lo reeligen, luego Jimmy Carter, un período. Llega Reagan (Mr. “monos con zapatos”), sigue Bush padre, un período.
Clinton inicia el muro fronterizo, le quita “welfare” a los inmigrantes. Autorizó deportar gente de 60 años, arrestado a los 15 por fumar marihuana, desreguló la banca, iniciando el colapso financiero del 2008.
Desapareció la plata del terremoto haitiano, dejándonos el problema.
Los ocho años de Bush hijo consolidaron 12 años “de Bush” presidentes, dejándonos 9-11, Acta Patriótica, invasión a Iraq y Afganistán.
Con Obama, el primer “presidente negro” los policías blancos mataron muchos negros desalmados con impunidad total, los lincharon. Las deportaciones de Obama, aquí afectaron 3 millones de familias, allá 3 millones perdieron remesas, destruyó 6 millones de familias.
Hasta hoy, ante tan perversa gente, Trump es inocente, “yo no se mañana, si se acaba el mundo”, como en la salsa famosa que tanto hemos bailado.