Nueva York.-Cuando los políticos, que construyen castillos de naipes con palabras, deciden cuestionar o negar el significado de algunas palabras, significa que tienen problemas muy serios.
Siendo presidente Bill Clinton cuestionó, acorralado ante un Gran Jurado, ¿cuál ‘es’ el significado de la palabra ‘es’”?, lo interpelaron.
El abogado del Presidente Donald Trump, Rudy Giulliani proclamó en agosto, que “la verdad no es verdad”, el presidente tiene serios problemas.
Trump está metido hasta las narices en algo parecido al guacamole, pero huele horrible.
El investigador especial, Robert –Bob- Mueller, juega con Trump como los gatos sádicos que dejan que los ratoncitos atrapados crean que pueden escapar. Cuando intentan huir, de un zarpazo les recuerda quién controla la cuestión.
Todos los plomeros de Trump, quienes le hacen el trabajo sucio, están en manos de Mueller.
Michael Cohen, ex jefe de los plomeros legales está atrapado en violaciones a los financiamientos de campaña. Michael Flynn, ex jefe de plomeros de seguridad coopera con Mueller. Paul Manafort, el ex jefe de campaña y de los plomeros políticos está implicado, como Flynn, en obstrucción de justicia y mentir sobre contactos con los rusos durante la campaña.
Todos implicaron a Trump en unas u otras violaciones legales.
Hoy hasta la ex doméstica de Trump está hablando.
Sólo faltan su médico hablando de su última colonoscopía, su pastor de la última confesión y que la esposa hable de “la última noche que pasé contigo”.
El gabinete de Trump parece un aeropuerto bien ocupado, siempre renuncia o despide a alguien, y otros llegan.
Trump está atrapado pero es como los villanos de Stephen King, no se entregará, esperemos su próxima reacción.
Es fácil anticipar que el próximo paso en la estrategia de defensa de Trump será un ataque frontal contra los Clinton y otros del estamento político-empresarial demócrata.