Como paradoja de la historia, el relevo político del futuro parece pender de un pasado aún no superado. En los predios de la derecha (si todavía hoy se puede hablar en términos ideológicos) se están armando dos ensayos artificiosos. Un nieto de Trujillo amenaza con ser presidente. Viene armado con el escudo de su estirpe y un discurso de orden y patriotismo, como en los mejores tiempos de la tiranía. Por otro lado, la familia Vicini quiere tener su presidente y está incubando un proyecto para convertir a su pupilo en una figura presidenciable.

Además de estar trenzados por una historia generacional paralela, estos emprendimientos de tercera generación comparten lo que otras candidaturas tradicionales (salvo las oficiales) no tienen: mucho dinero. Ahora falta por saber si eso es suficiente, porque, considerando los perfiles de los prospectos, habrá que invertir cantidades astronómicas. Empecemos por el “Emprendedor”.

Este muchacho es la punta de lanza del proyecto político de los Vicini. Desabrido, flemático y sin una formación fuera de lo estándar, hizo vida pública a través de la televisión con un programa aparentemente temático que resalta la vida de emprendedores, generalmente en el ámbito de la farándula. De ahí derivó su mote. Lo cierto es que su habitual exposición pública nunca logró liberarlo de su timidez escénica y con voz trémula, recogida y medrosa hace las entrevistas más pálidas de la televisión prime time. Hizo del “emprendurismo” una marca personal, concepto difuso que también convirtió en propuesta editorial como una crónica más del periodismo rosa. Fue diputado con una carrera de escasa preeminencia, destacándose en proyectos asociados al emprendurismo y a la innovación empresarial. Sin embargo, lo que puso eufóricos a sus padrinos fue el éxito electoral en la alcaldía del Distrito Nacional. David fue convertido apresuradamente en candidato híbrido o cuasioficial, ya que a pesar de ir por el PRM y el PRSC el caudal de votos no provino precisamente de ese aval, sino del endoso encubierto que el presidente Danilo Medina le dio a su candidatura en desmedro del propio candidato oficial de la corriente de Leonel Fernández.

Ahora los Vicini suspiran con su futuro presidente y no se han cuajado en esa intención. Han ido aparejando un laboratorio para su estelar ensayo. Lo primero fue posicionar al muchacho, pero lo han hecho de forma tan burda como inverosímil. Para lograr ese rápido efecto en un electorado de sensibles déficits comprensivos han venido fabricando percepciones artificiosas a través de encuestas “sospechosas” fuera del ciclo electoral. Así, la encuesta Mark Penn —realizada entre el 30 de septiembre y el 3 de octubre del año pasado— presentaba a David Collado como el candidato más fuerte del PRM para enfrentar a Leonel Fernández. La estrategia dejó ver muy tempranamente sus exageradas intenciones y esta es la lectura: Si Leonel Fernández mantiene su determinación de ir como candidato, Danilo Medina indefectiblemente buscará una tercera reelección. El único escenario en el que Danilo no se postula es si Leonel no va. Si los dos deciden transar en no ir ninguno, lo harán a través de sus pupilos. En ese cuadro, Danilo irá en desventaja, ya que la propia encuesta confirma lo que ha sido una constante histórica y consistente de medición: que Margarita Cedeño es la mejor posicionada. Dentro de su propio partido Danilo no tiene un rival competitivo en contra de la esposa de Leonel. En esas circunstancias estará obligado a darle un apoyo tácito a un extrapartido y, con el exitoso ensayo por la alcaldía del Distrito Nacional, lo imperativo es optar por David Collado, quien, según la encuesta que comentamos y las que vienen en esa línea inductiva, es el más apto para vencer a Leonel y a su corriente.  Lograr la candidatura en el PRM es un guiso para los Vicini: bastará ofrecerle a Hipólito Mejía la candidatura vicepresidencial para su hija y a Luis una buena cuota congresual. De manera que Luis Abinader debe tener ojo avizor. Le pueden aguar el sancocho. En caso de no poder optar en el PRM, las puertas del reformismo siempre estarán abiertas para los buenos negocios. En la misma dirección estratégica, el Listín Diario, publicó el 31 de enero un titular cómico: “Encuesta da favoritos a Leonel, Danilo y David”, al reseñar los supuestos resultados de una “encuesta telefónica” realizada por la firma internacional Newlink el pasado 5 de enero. En la crónica se destaca que “David Collado es el político dominicano con mejor intención de voto cuando se les pregunta a los dominicanos  sobre los dirigentes que nunca han sido candidatos a la Presidencia”, y para poner a pelear a Leonel y Danilo coloca a Leonel con un 34.2 % de la intención de voto y a Danilo empatado con Margarita con un 32.9 %. El mensaje es directo y concluyente para Danilo: “si no vas, la única opción es David Collado”. Para rematar esa convicción la encuesta no deja trechos, porque al comparar deliberadamente a David con los pupilos del presidente los resultados son patéticos: Collado, un 71.8 %, Gonzalo Castillo, un 15.4 %, y Andrés Navarro un 12.8 %. De más está decir que en esta encuesta se pierde en la nada Guillermo Moreno y otros candidatos. La estrategia Vicini es tenderle un cerco sicológico al presidente para que no tenga otra opción que David, desanimar cualquier intención de sus pupilos y de inflar artificiosamente a un candidato que solo lo conocen en el Distrito Nacional. Lo extraño de todo esto es que estamos en presencia de un fenómeno meteórico que nadie ha advertido cuya ebullición solo se alza como columna vaporosa en el laboratorio de los Vicini y sus medios. Pocos se han enterado de que tenemos un nuevo “líder”, creo que ni el propio Emprendedor.

Mientras el anterior cuadro se da en el terreno de la discreción estratégica, la espectacularidad se entrona en una precandidatura ruidosa: la de don Ramfis Trujillo. Como un arcángel portentoso salido de las sombras del pasado este fenómeno hizo su estelar epifanía en el Altar de la Patria para anunciar su gloriosa intención de ser presidente. Por lo menos ha logrado eclipsar o diluir el “efecto Vicini”. El nieto de Trujillo dice que viene acreditado por méritos que pocos conocen y que su propuesta no tiene referencia ni apoyo en el pasado. Sin embargo, no lo necesita decir o negar porque su discurso implícito es más poderoso que el explícito: lo que evoca es más fuerte que lo que afirma, y él lo sabe, por eso lo explota con aparente dejadez, y eso cautiva en un momento en que la sociedad está ávida de una autoridad fuerte. Se abanderó de la causa más dogmática, seductora y popular, una que su abuelo supo manejar a su manera: el “problema haitiano”, y vino con el discurso del orden en una sociedad política desordenada. Obvio, no dice cómo, pero eso interesa poco en un electorado irreflexivo. Su imagen conecta e inspira a una franja baja del voto emotivo. Ese que ya no le provoca la palidez del discurso político convencional. A pesar del revuelo que ha suscitado, su impacto caducará con el tiempo y se desinflará de la misma manera que despertó, pero no dudo que si logra una candidatura auspiciosa saque más votos que muchos candidatos “emergentes”. Su valor es que, quiérase o no, carga un “mérito” prestado: su apellido; si fuera Taveras, no sacara ni  diez votos. Ramfis, sin proponérselo, le ha quitado sonoridad a la estrategia de los Vicini y ha armado un escándalo que compite con el de Franklin Mirabal —que es mucho decir—. ¡Que lo disfrute! porque a lo más que puede llegar es a quitarle suspiro al pastel de los nacionalistas. Ojo avizor a la Fuerza Nacional Progresista y aliados.

Con estas dos propuestas armadas en laboratorios del marketing se confirma que las sombras del pasado siguen arropando el futuro de una sociedad que busca a tumbos nuevos referentes, ideas, propuestas, nombres y horizontes. Dudo que avancen más allá del umbral mediático acompañados del ruido metálico. No siempre el dinero manda.