“… les toca a sociólogos, filósofos e historiadores como yo hacer saltar la alarma y explicar todas las maneras en que las cosas puedan ir terriblemente mal”.
(Yuval Noah Harari).
Es como no creer, es tratar de engañarse a sí mismo o, dicho en el lenguaje de Daniel Goleman, aplicarse la piscología del autoengaño o solazarse de manera recurrente, sempiterna, en el punto ciego, del mismo autor para encontrarse con el focus; solo que el focus es a veces lo que el gobierno quiere que asumamos, que no es generalmente, enteramente cierto; la cruda realidad que es espanto en la exacta sincronía del Siglo XXI.
Parafraseando la cita de Harari nos toca como académicos, intelectuales, sociólogos, economistas, politólogos, más que juzgar, criticar, tratar de explicar las causas de los fenómenos que nos mueven y envuelven, que nos retoman al desafío de nuestro espacio vital, de nuestra esencia evolutiva, revolucionaria, en cada estadio del desarrollo. En este mundo de cambio de época o época de cambio, caracterizado por la era de la perplejidad, en el que el devenir acusa nuevas formulaciones de repensar el mundo, el llamado es la irrupción, la eclosión sin cortapisas.
Es la asunción del cirujano con el más acrisolado bisturí retomando el momentum del rayo láser combinado con la laparoscopía. La Olimpia, la IBM, la Selectri I, II y III solo nos servirían de soporte, de ventaja comparativa (el teclado), empero, si no nos apropiamos de la computadora, que viene a ser la nueva ventaja competitiva, la primera no nos sirve de nada. Es un know how que requiere trascendencia.
Tres noticias que nos sitúan en el paralelo del Siglo XIX en otras latitudes y aquí, en América Latina, en la segunda mitad del Siglo XX. Pero, sucede que esas tres noticias son de ahora del sábado 1ro. de diciembre de 2018: a) Patrulla fronteriza con 113 hombres vigilará 390 kilómetros; b) Gobierno presenta números inequidad en frontera, pobreza es más punzante; c) Banco Mundial sugiere al país trabajar reducción pobreza moderada.
La primera noticia nos dice “los avances” extraordinarios que tenemos en la frontera más porosa del mundo, ni siquiera comparado con Costa Rica y su relación con Nicaragua. Costa Rica no tiene ejército y, sin embargo, el peso de la migración masiva, permanente y sin control no guarda la relación como la nuestra. La elite política y económica de los dos países (República Dominicana y Haití) exacerban los odios, reditúan el pasado para aprovecharse de la pobreza del país más débil. El día que la clase “gobernante” de nuestro país se transforme más allá de clase dominante, el proceso migratorio de allá para acá será más civilizado, más ordenado, más regulado y se beneficiarán ambos Estados, no individuos particulares.
El nuevo Observatorio económico, social y ambiental, del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo es una noticia saludable y loable, pues diagnostica y pone en perspectiva la verdadera realidad de las provincias más cercanas a la frontera. Nos señalan el panorama económico-social, la densidad poblacional y a quienes debemos de acusar de ese atroz paisaje social. Veamos: según el Gobierno la pobreza promedio general es de 23, en cambio, el promedio en las siete provincias es de 42%. Expresada así:
- Elías Piña 64.56%;
- Independencia 62.27%;
- Pedernales 52.56%;
- Bahoruco 51.86%;
- Dajabón 38.91%;
- Monte Cristi 37.73%;
- Santiago Rodríguez 31.04%.
Si hay que ver pobreza y desigualdad, esa ZONA es el reflejo del poco compromiso cierto de los actores políticos con el conjunto de la sociedad. Se está quedando la referida zona cuasi desierta. Incluso, los pocos pobladores que se encuentran en la montaña, que producían en sus “conucos”, están “arrendando a la media” a los haitianos. Es por ello, que las siete provincias son las que alcanzan la menor densidad poblacional del país. ¡Menos de 100 pobladores por kilómetros cuadrado!
Un país con apenas 48,442 kilómetros cuadrados tiene en su frontera un panorama social donde sus habitantes languidecen día a día. Allí se instaló el síndrome de la desesperanza. ¡Un ser humano que nace en Santiago o en el Distrito Nacional tiene una esperanza de vida promedio de 15 años más que uno que nuestra estructura social germine en Elías Piña! La posibilidad de su movilidad intergeneracional es cuasi inexistente si se queda en ese llanto sin ruedas de LA ZONA FRONTERIZA. Los indicadores nos retumban en el cerebro: 118/100,000 mortalidad materna (109 promedio general); tasa de alfabetización 87 en la zona y 94% el promedio general. Más del 60% usa letrinas y alrededor de un 12 a 15 % hacen sus necesidades fisiológicas a cielo abierto. Solo un 30% tiene agua en la casa y el promedio que usa carbón es de un 32.4%. ¡Una postmodernidad que nunca ha encontrado el paradigma económico y social de la modernidad y el progreso! ¿Dónde están los que aman a su patria? ¿Se concibe un Estado-nación sin habitantes, sin derechos? ¿De qué soberanía en el Siglo XXI hablan, cual letanía de un pasado sin nada de eco en el presente?
Alessandro Legrottaglie, representante del Banco Mundial reconoce que la pobreza ha disminuido del 2008 al 2016 de 42% al 29.8%. No obstante, advierte acerca de la pobreza moderada que está situada en un 41%. Es lo que llaman el sector vulnerable o el vaivén social que se puede mover fácilmente a pobre como consecuencia de una enfermedad en la familia, una pérdida en el empleo, un desastre natural o una crisis económica en el país.
De ahí la necesidad de construir más y mejor Capital Humano, más enfocarnos en la inclusión productiva como eje articulador de la verdadera protección social, para dar el salto de una disminución en la pobreza monetaria que coadyuve a un loable alcance de mejores niveles de desarrollo humano. ¡Tres noticias, en un solo espejo, que nos señala las múltiples realidades económicas-sociales en un país que crea riqueza!