00:00 ¡Silencio!…

00: 11. Polyplas no es empresa, es tragedia: nuestro Chernobyl. Un capítulo negro en una historia de omisiones. Pudo haber sido un accidente, pero no, es una crónica de lo que somos. Ni más ni menos.

00: 28. La industria suburbana creció a su soberana manera sobre un montón de gente. Hace casi una semana expectoró de sus entrañas el fuego de un dragón enfurecido. Más que barrios, Villas Agrícolas y las demás Villas son guardianas de yacimientos explosivos con fachas de depósitos, envasadoras, bombas, talleres, antros fabriles e industrias. Una componenda promiscua entre la vida y la muerte. En esos promontorios la existencia es un milagro cotidiano que se agota en el ruedo de los apuros. La vida palpita por misericordia de Dios…

00: 52. Cualquier autoridad responsable hubiera adecuado los estándares ambientales y de seguridad industrial en esos centros sensiblemente poblados. Debieran ser distintos a los de las zonas industriales aisladas, pero es mucho pedir. Polyplas no es un asunto de interés particular; es una calamidad pública. Tampoco es una disputa de responsabilidades entre empresas privadas, es un imperativo de seguridad ciudadana y orden público.

01: 23. A casi a una semana del siniestro, todavía pende un informe concluyente mientras las suspicacias empiezan a detonar morbosamente. ¡Cuidado con los acomodos y las medias verdades! Nos conocemos. El país espera una auditoría forense rigurosa hecha por expertos como complemento o sustento del informe oficial. Además de las consabidas recomendaciones, deberá establecer los parámetros de cumplimiento y las responsabilidades civiles y ambientales comprometidas. Estaremos vigilantes, aunque la prensa empiece “sintomáticamente” a callar.

01: 47. Pronto las muertes se olvidarán, se negociarán arreglos y la rutina impondrá su fría desidia. El precio de la vida lo tasarán la necesidad o los tribunales dominicanos con criterios arbitrarios de miseria. Hace unos años vivimos otro episodio oscuro que provocó una marea de indignación social: la empresa Sol Gas. Los familiares de uno de los muertos y héroes anónimos, Felipe Vinicio Morel Carvajal, merodean como espectros por los corrillos judiciales buscando lo que la Justicia parece que no tiene: ¡justicia! Un tribunal de primer grado, por necedad o desenfado, estimó los daños en ¡un millón de pesos!  En un país donde una cirugía puede costar hasta dos millones y cualquier tratamiento puede rozar el millón, la vida de un ciudadano que soportó el dolor desgarrador de las laceraciones, apenas alcanzó ese techo. Es tiempo de romper el mito de las indemnizaciones civiles. El apego espantadizo de los jueces dominicanos a criterios anacrónicos y conservadores de valoración debe ceder a la realidad de los tiempos. Esa cultura judicial debe repensarse y no con juicios subjetivos, sino con base en las condiciones concretas del hecho en una sociedad de bajos ingresos.

02: 33. Polyplast dijo: “Nos levantaremos junto a la comunidad que nos premia con su solidaridad, y junto a nuestras familias, y a toda la sociedad, caminaremos hacia un mañana donde esta triste historia no se vuelva a repetir y donde el legado dejado sea crear nuevas oportunidades, con mayor seguridad, para contribuir a construir un mejor país”. El tiempo dirá dónde empieza la poesía y termina el compromiso. Como abogado he sabido discernir la retórica de los hechos; las intenciones de los pactos. Guardemos esa declaración de la empresa para la memoria de los tiempos.

03: 00. Amén.