Muchísima gente espera ansiosamente que a partir del 15 de mayo de 2016, sin importar cuál partido gane, que un nuevo liderazgo se defina en el sistema político de este país; que nuevas ideas y nuevas prácticas permeen sus estructuras partidarias; que un aire fresco futurista permita que renazca la confianza en todos estos partidos carcomidos por la corrupción, el mesianismo ridículo, el populismo rastrero y la renuncia al deber de liberar conciencias. Se espera, en este país jarto de ellos, que Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado se vayan al zafacón de la historia. Que así sea.