El Centro para la Observación Migratoria y el Desarrollo Social en el Caribe (OBMICA) puso a circular recientemente  el libro “Trata interna de mujeres, niñas, niños y adolescentes en República Dominicana”. Se trata de una investigación realizada por la antropóloga Tahira Vargas y Segundo Maldonado Abreu, con entrevistas a personas de nacionalidad dominicana.

El trabajo se focaliza en la “trata de seres humanos”, una violación de derechos humanos que se manifiesta igualmente como un grave problema de carácter internacional. La ley 137-03 penaliza la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes. En la trata internacional las víctimas son reclutadas en su país de origen o de residencia y trasladadas a otro país donde serán explotadas.

De manera específica esta investigación hace hincapié en la trata interna de personas, donde las víctimas son dominicanos y dominicanas reclutadas, trasladadas y explotadas dentro de nuestras fronteras, desplazándolas de un lugar a otro; por ejemplo, de una provincia a otra o de un pueblo a otro.

Es el carácter no consentido (coacción, engaño, violencia, abuso), junto a la finalidad de explotación, servidumbre, compra o sometimiento lo que hace tan deleznable este crimen  que envuelve abuso y explotación.

Los investigadores tomaron el concepto de trata interna en su sentido amplio: “toda práctica de esclavitud, venta y sometimiento de las personas a actividades que afectan su integridad física y moral” y las privan de sus derechos fundamentales. Entran en la trata el matrimonio servil o forzado, el trabajo infantil, la explotación sexual comercial, la mendicidad, la servidumbre, la extracción de órganos, la adopción irregular, entre otros.

La trata, como lo recalcan los autores, es un fenómeno “complejo y multicausal” anclado tanto en las desigualdades sociales como en el concepto patriarcal y conservador de la sociedad y en un modelo de familia en crisis.

Uno de sus componentes es la desigualdad, cuyas formas más agudas se dan en la extrema pobreza y la violencia. En nuestro país la discriminación contra las mujeres está todavía tan interiorizada que la violencia de género muy a menudo se vuelve invisible. Vemos cómo el maltrato en el interior del hogar, el hostigamiento en distintos espacios -e incluso las violaciones- suelen recibir menor atención y en general son considerados menos graves que otras formas de violencia.

El estudio pone el dedo sobre la llaga y reconoce que las familias son “el principal generador de trata”. Nos encontramos con determinadas formas de familia (cual que sea su composición), avasallantes, intolerantes, patriarcales y machistas, ignorantes de la existencia de derechos y que no cumplen su papel educativo y de protección.

Las y los jóvenes y adolescentes que han sufrido abandono, se han sentido discriminados en su propia familia, han tenido problemas en la escuela o han sido víctimas de alguna forma de violencia dentro o fuera de la casa, son particularmente vulnerables a la trata:  necesitan atención y mejorar su suerte, están ávidos de afecto y desean que su vida mejore o por lo menos cambie de alguna manera. Su fragilidad los hace presas fáciles de cualquiera de los tipos de engaño sobre los que se fundamenta la trata.

Se ha señalado en diversos estudios que la trata es un negocio que genera enormes beneficios para los tratantes y para grupos del crimen organizado. En el caso de la República Dominicana, entre sus beneficiarios directos se encontrarían políticos, militares, jueces y personas con un poder adquisitivo generalmente superior a las personas víctimas de la trata.

En nuestra práctica como fundación, en nuestro contacto con colaboradores y participantes en talleres, así como en entrevistas a madres, hemos recogido testimonios de personas sobrevivientes de acciones de trata que no las identifican como tales.

Estos son los casos de niñas que fueron mandadas a hacer servicios domésticos en casas de otros familiares (hijas/hijos de “crianza”), y de “amigos” de las familias que abusaron sexualmente de niños y niñas a cambio de “un par de galletas de parte de mi padre y el silencio avergonzado de mi madre que me dejaron crecer con mi sufrimiento y al lado de mi verdugo”.

Es también la situación de adolescentes vendidas bajo matrimonio servil o forzado con hombres mayores que aportaban beneficios materiales a sus familias.

Estos sobrevivientes se han criado con un dolor y unas carencias en su desarrollo emocional y profesional que les ha impedido vivir sus vidas a plenitud y gozar de todos sus derechos.

La impunidad y la falta de legislación específica y adecuada acerca de la trata, así como de efectivas medidas de protección y restitución de los derechos fundamentales de las víctimas hacen que nunca puedan recuperar una cierta “normalidad” en sus vidas.

En la actualidad, tenemos datos y registros de niñas abusadas y violadas que han tenido que “casarse” con el agresor, porque “en esta casa no puede haber dos mujeres”, o porque los abusadores ofrecen beneficios económicos a la familia.

Frente a esta problemática, la Fundación Abriendo Camino ha desarrollado un programa de protección y diversas estrategias destinadas a la prevención y la detección de casos de violencia en los barrios de Villas Agrícolas y La Zurza.

De lo que se trata es de reforzar el empoderamiento de los niños, niñas y adolescentes y de las familias sobre los derechos de la niñez, de desarrollar el sentido crítico en la niñez, de desarrollar acciones para contrarrestar la violencia intrafamiliar y/o de género y la discriminación en todas sus formas.

La creación de una red de protección, los Adultos Seguros (comunitarios identificados y reconocidos por sus pares por tener un interés real en su comunidad y en la niñez), capacitados para detectar casos de abusos y luchar contra las complicidades familiares, forma parte de esta estrategia.

Este programa está enfocado en visibilizar situaciones de violación de derechos, brindar un acompañamiento psicológico a los casos que requieren de un mayor seguimiento, y tratar los casos con riesgos agravados desde otras instancias como la fiscalía de niños, niñas y adolescentes y el CONANI.

La legitimización de la violencia en la sociedad dominicana forma parte de un sistema de dominación socio cultural y de la forma en que se han construido las relaciones sociales como producto de la esclavitud, el caudillismo y la dictadura. El resultado ha sido una construcción social de sumisión que se mantiene todavía en el seno de las familias, en el matrimonio, en las relaciones jerárquicas de trabajo y en la vida política.

Hoy en día las desigualdades, la falta de oportunidades para todos los miembros de un hogar, la violencia como norma de comportamiento social, la sexualización temprana de las niñas y su cosificación, la ausencia de frenos morales y sociales, la codicia, las normas de género a favor de los varones, los embarazos precoces como causa y consecuencia son causales que favorecen la trata de personas.

Para prevenir la trata interna se debe denunciar sus formas, desmontar sus mecanismos y hacer campañas de sensibilizacion en todos los ámbitos sobre este tema para hacerlo visible y comprensible a la grandes mayorías. Sobre todo, se debe trabajar en una educación de calidad con sentido crítico y en el empoderamiento de nuestros niños, niñas y adolescentes en sus derechos, en la participación comunitaria y en la denuncia de las situaciones que atenten contra su bienestar.