El Internet es un lugar impresionante y maravilloso que ha cambiado para siempre la forma en que vivimos, aprendemos y trabajamos, pero cuando una persona no puede encontrar el equilibrio entre su tiempo en línea y su tiempo sin conexión, puede estar manifestando ciertos trastornos psicológicos.
El debate de sobre la “psicopatología” de internet se inició en 1995 con Iván Goldeberg quien acuñó el término adicción a internet para referirse al uso compulsivo patológico de Internet. ¡Desde luego, cuando se usa de manera poco inteligente, segura y responsable!
El uso problemático de Internet se ha definido en la literatura psicológica como ‘adicción a Internet’, o ‘uso patológico de Internet’, pese a que estas entidades no aparecen todavía en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la American Psychiatric Association, APA.
Las personas se vuelven “adictas” a Internet debido que pueden conectarse fácilmente y casi de inmediato, en cualquier momento del día o la noche; cuando lo desean y sin que otras personas lo sepan, lo que los hace sentirse en control y especialmente emocionante. La combinación de accesibilidad, control y emoción hacen que la persona “adicta” desee continuar utilizando internet.
Algunos especialistas consideran que las personas adictas a internet tienen problemas para cumplir con sus obligaciones personales, escolares, laborales y familiares. Con frecuencia, las personas adictas a internet experimentan emociones negativas cuando el acceso a internet es restringido o imposible.
Otros autores clasifican la adicción a internet como un trastorno obsesivo compulsivo, mientras que otras la relacionan con un trastorno de control de los impulsos. El síndrome tipo “adictivo” podrá caracterizarse cuando el usuario de las Redes Sociales e Internet:
- Es dominado en sus pensamientos, sentimientos y conducta por su uso (saliencia).
- Invierte grandes cantidades de tiempo y esfuerzo en el incremento de ésta.
- Altera sus estados emocionales (ansiedad, enojo) como consecuencia de implicarse en la actividad (modificación del humor).
- Se perturba cuando es interrumpido en la actividad o se le reduce el acceso a la misma (abstinencia).
- Comienza a enfrentar problemas con las personas que le rodean (dentro y fuera de las redes sociales) o consigo mismo, con motivo de la persistencia de la actividad o deja de atender las responsabilidades asumidas o impuestas en el trabajo, la escuela o el hogar (conflicto).
- Reanuda la actividad de manera persistente una vez que, aparentemente, la ha dejado o la ha reducido (recaída).
- Niega tener consecuencias por la actividad y dice poder abandonarla en cualquier momento (y no lo demuestra o efectúa).
La sintomatología que surge de una adicción a la tecnología acaba afectando a la vida diaria de quienes la padecen. Los trastornos psicológicos mas frecuentes debido al uso problemático de Internet son:
Nomofobia. Estado de ansiedad, miedo o inseguridad que experimenta una persona ante la falta o ausencia de un teléfono móvil.
Infoxicación. Sobrecarga, saturación o bloqueo de la mente humana, originada por el bombardeo de grandes cantidades de información.
M.A.P.A. Del inglés M.O.F.O., que se refiere al “miedo a perderse algo”, por lo que las personas concentran toda su atención en sus dispositivos digitales.
Tecnoestrés Cansancio, ansiedad o depresión causadas por el uso voluntario y obligado de las tecnologías, lo que deriva en desconfianza y fobia hacia las mismas.
Cibercondría Percepción de estar enfermo, que produce la urgencia de buscar síntomas y tratamientos de forma compulsiva en Internet.
Tecnoferencia. Cuando los dispositivos tecnológicos interfieren en la interacción humana.
Phubbing. Acto de omitir o ignorar a una persona o situación por centrar la atención en un dispositivo digital.
No se debe patologizar el uso del Internet, sino usarlo de manera inteligente. Para estos fines compartimos las recomendaciones de la iniciativa “En TIC Confío”, del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones del Gobierno de Colombia.
Cierre de brechas: buscar alternativas para que en tu hogar se generen espacios de intercambio de conocimiento digital entre padres, madres, niños y niñas, así como entre los adolescentes y los abuelos para que todos puedan acceder a los beneficios de estar conectados.
Reflexión: compartir en familia los propósitos de las acciones digitales que emprendemos, así como a nivel individual es preciso seguir recomendaciones de seguridad y responsabilidad en el uso de los medios digitales.
Buen ejemplo: es clave que nuestro actuar como cibernautas sea positivo y propositivo, manteniendo el buen trato, usando siempre un lenguaje adecuado y respetando las diferencias con aquellos con los que interactuamos en los entornos digitales.
Reglas: determinar unas restricciones al uso de la tecnología en el hogar, con el fin de prevenir riesgos como la ciberdependencia y como mecanismo para promover acciones offline que favorezcan el diálogo familiar.
Comunidad: generar comunidades en línea, como grupos familiares de Whatsapp, en los que se comparta información confiable y se sensibilice sobre la importancia de evitar las noticias falsas e información mal intencionada, a la vez que se promueva el sentido crítico antes de reenviar información a otro contactos.
¡Eduquemos para que nuestra interacción con la tecnología sea inteligente, segura y responsable!