No he creído en, estos momentos, la cacareada transición democrática. Así, lo manifesté en varios escenarios: se puede producir un cambio de gobierno, no la transición. Para producirse deben existir las condiciones objetivas favorables y una clase social con conciencia de clase y política. Además, un partido político que de soporte a sus ejecutorias desde el poder.

La táctica política aplicada fue correcta. Había que salir del PLD, porque su grado de degeneración afectaba la estabilidad democrática, ética y moral de la sociedad. Eran insoportables en la vida nacional. La población se empoderó alrededor de una sola consigna, se van, para darle el golpe de gracia.

Luis Abinader, el PRM y la Coalición Democrática, eran las fuerzas políticas con capacidad de derrotarlos en el terreno electoral. Su programa de gobierno y sus promesas electorales, entusiasmaron a la población alrededor de un despegue esperado por décadas, que dinamizara la economía y profundizara la democracia.

La transición democrática es un proceso histórico dentro del capitalismo que da categoría de clase definida al mismo. Generalmente, es dirigida por una rama de la burguesía y conducida por su partido. Se caracteriza por el respeto al Constitución de la República, leyes y reglamentos aprobados; por una justicia independiente al poder ejecutivo, legislativo, al sector privado y otros; castigar los actos de corrupción; impulsa la economía sobre la base del desarrollo de sus fuerzas productivas y proteger los bienes del Estado.

Lo que se ha producido es un cambio de gobierno, es positivo. Lo que llegan tienen que demostrar en la práctica que actuarán apegados a las leyes, reglamentos y normas constitucionales. La mentira y el engaño sirven para desvelar sus reales intenciones.

Las entidades revolucionarias y progresistas estaban incapacitadas para enfrentar con éxitos al PLD corrupto. Se batieron, en su dispersión y división, en inventos de camino y confundir al enemigo principal. Un sector supo, con tiempo, aprecia la magnitud del momento y sumar fuerzas a la Coalición que derrotaría a Danilo y al PLD, con su candidato presidencial Gonzalo Castillo.

Con la derrota del PLD se crea una nueva ambientación para avanzar, con un proyecto claramente definido, sin inventos. Se avecinan significativos enfrentamientos de clase con el nuevo gobierno que ha integrado su gabinete con importantes dirigentes del empresariado nacional. Y por supuestos, con integrantes de esa pequeña burguesía trepadora, que no pierde tiempo.

¿Qué se puede esperar de un empresariado que niega los más elementales derechos a los trabajadores? Sus grandes “negocios”, en sus mayorías, los realizan con el gobierno: van en coche.

El presidente Abinader y el PRM, no son santos de mi devoción. Estoy consciente que pueden desempeñar un valioso papel en esta etapa de la revolución. Su esencia de clase y falta de conciencia, podrían atropellar el proceso de cambio. La unidad y acción de los revolucionarios y progresistas, es el único frente que puede servir de muro de contención ante las distorsiones, el gobierno acaba de rectificar algunas, que se observan antes de cumplir los cien días.

Los revolucionarios deben aprovechar el cambio de gobierno, nuevo escenario, para intensificar el trabajo en los diferentes frentes de masas, clarificar el pensamiento que permita comprender el momento y reagrupar las fuerzas. La verdadera transición democrática se logra, en países como el nuestro, con la participación de todos los sectores económicos, políticos y sociales, incluyendo los revolucionarios.