Sepa quien lo ignore que en México todo documento de las instituciones públicas lleva al cierre la consigna que enarboló la Revolución de 1910, la más prolongada y violenta en Latinoamericana, que costó millones de muertos: “Sufragio efectivo, no reelección”, procedente de la ira de un pueblo harto de las injusticias, los abusos, la corrupción y la impunidad y, con todo esto, del permanente afán de Porfirio Díaz de reelegirse para seguir haciendo lo mismo. (Desde entonces las cosas han cambiado. Lo sé. Pero, de todos modos, el arrastre y el reeleccionismo entre otras cosas me llevan a evocar aquella gesta).