Es entendible, las limitaciones de horarios molestan a mucha gente. Es debatible, el virus circula las 24 horas del día, no solo de noche. Es preocupante, las restricciones de horarios afectan la vida económica nocturna. Por una razón u otra hay un constante cuestionamiento al toque de queda.
Pero hay una realidad: desde el principio de la pandemia se sabe que para evitar la mega propagación del virus Covid-19 hay que protegerse: usar mascarilla, mantener distanciamiento físico y aplicar medidas de higiene. Esto es fundamental para no saturar los centros de salud ni fatigar al personal médico.
La pandemia ha evidenciado que no todas las sociedades tienen el mismo nivel de autodisciplina, ni todos los gobiernos el mismo nivel de fuerza o legitimidad para imponer restricciones a la población.
En la República Dominicana, durante los primeros meses de la pandemia, el control fue arduo porque el manejo estuvo contaminado por la confrontación electoral. Luego, con la llegada del PRM al poder, las medidas restrictivas han sido menos polémicas, aunque en cada extensión del toque de queda se renueva el debate de si es necesario o no. Ahora vuelve de nuevo por la Navidad y fin de año.
Es cierto que el virus no se propaga solo de noche. Lo que se ha buscado con el toque de queda nocturno es reducir los contactos humanos en las horas de menor impacto económico. Pero también es cierto que el contagio puede producirse en el hogar, si alguien salió y se contagió. Por eso el dilema de cuánto abrir o cerrar no es sencillo.
Se ha dicho mucho que las decisiones deben tomarse en base a medidas cuantitativas de progresión del virus. ¡Tiene sentido! Excepto que, cuando el nivel de contagio declina, si se flexibilizan las restricciones puede producirse un repunte como ocurre actualmente en varios países europeos, donde en los primeros meses se establecieron fuertes controles. En Estados Unidos, por el contrario, las medidas de control han sido tenues en muchos estados y hay un alto nivel de contagio y muertes.
En la República Dominicana ha prevalecido un híbrido: la movilidad se ha restringido por el toque de queda nocturno. Por tanto, el sector más afectado ha sido el del entretenimiento (bares, restaurantes, estadios, etc.) Son actividades de alta densidad y no esenciales. Pero ese sector emplea mano de obra y registra muchas pequeñas y medianas empresas.
Como la tasa de mortalidad por Covid-19 en la República Dominicana no ha sido tan alta (21 por 100 mil habitantes, comparado con 87 en España y 75 en Estados Unidos) y en los hospitales hay actualmente capacidad de atención, considero que a partir del 10 de diciembre podría eliminarse el toque de queda, o establecerse de 11:00 p.m. a 5:00 a.m., sin imponerlo el 24 ni el 31 de diciembre. La situación se evaluaría nuevamente a principios de enero.
Es entendible el temor de las autoridades a un fuerte rebrote si se levanta el toque de queda, pero en algún momento hay que hacerlo. Levantarlo no significa eliminar todos los controles de horarios de los negocios que impliquen aglomeración de personas. Tampoco que se permitirán todas las actividades que quisiera la gente.
Con un clima fresco del invierno tropical, es posible facilitar que los restaurantes habiliten espacios al aire libre para operar con mayor distanciamiento. En países con inviernos crudos lo están haciendo.
Lo importante es que en los próximos días se evalúen todas las opciones para conjugar de la mejor manera las restricciones con las facilidades.
Artículo publicado en el periódico HOY