Lo recordaré por su decencia. Por la palabra acompañada de la sonrisa, aun en el más duro debate de las diferencias. En fin, lo recordaré por su sentido de respeto al otro y su don de gente, aun en los tiempos duros en que le tocó cargar pesado, junto a Juan Bosch, en la laboriosa construcción de su partido, sin aceptar el oprobioso pragmatismo que dispone que llegar al poder obliga a renunciar a valores y principios esenciales y sin mucho menos aceptar que la sociedad se dividía entonces entre corruptos y peledeista. Así recordaré al amigo y ciudadano Tonito Abreu, que descansa en paz muy merecida.