Como el PLD y aliados tienen 30 de 32 senadores y 128 de  190 diputados, se puede afirmar que mantienen un control absoluto del Congreso de la República.

El PLD puede, él solo, aprobar o rechazar – sin faltar a la Constitución -cualquier proyecto de ley ordinaria que allí se someta.

Se entiende, pues, que con tan holgado control congresual y tan conveniente manto de legalidad, cada vez que se abre un debate sobre alguna reforma o innovación institucional que implique amenaza o limitaciones de los gruesos intereses del PLD sus líderes proclamen, rápidos y furiosos: “!eso es materia del Congreso!” !eso es materia del Congreso!”.

El Congreso es para el PLD el “terreno del ganso”, que era como le llamaban al tramo del octavo y el noveno inning de los Yankees en tiempos de su extraordinario cerrador Rick Gossage, apodado el “Ganso”.

En esos dos innings Gossage era sencillamente imbateable e imbatible, y por eso su equipo se esforzaba por llegar “vivo” hasta el octavo, es decir, hasta “el terreno del Ganso”.

Eso quiere el PLD, llevar a la oposición y a la sociedad civil hasta “su” Congreso…, su terreno blindado.

Sin embargo, cuando lo que se discute amenaza con repercutir sobre todos los actores no hay formalismo que valga, por mas que lo envuelvan en celofán. Dependiendo de sus contenidos, la  ley de partidos políticos y la de reforma del régimen electoral dominicano son dos piezas que podrían transformar profundamente la configuración del sistema de distribución y ejercicio del poder político en el país y, de paso, en estos momentos, su discusión y aprobación representan un tremendo reto para todos los partidos.

La mecánica irregular, casi impune, en que opera el sistema de partidos políticos en materia de financiamiento electoral y el apañamiento de prácticas corruptas de sus miembros en  órganos del Estado se ha agotado.

Por otro lado, a la Junta Central Electoral le será muy difícil celebrar nuevas elecciones  basada en el precario marco normativo que la sustenta.

En ese contexto, y para que los senadores del PLD no nos aprueben unas leyes que sirvan de mascarada y “mareo”, mientras dejan todo igual, todos deberíamos marchar hacia el Congreso. Si el PLD se niega a consensuar dichas leyes entre partidos y la sociedad es porque estaría fraguando el relanzamiento de su régimen semidictatorial maquillado de democracia. Para evitarlo, será necesario que marchemos todos hacia el Congreso.

¡La Marcha Verde al Congreso! ¡Todos al Congreso!