Con las infraestructuras, edificaciones, tecnologías y líderes sociales que hay en Santiago no se entiende la ocurrencia de hechos adversos prevenibles. Tampoco se comprende la frecuencia de malas acciones y factores que dañan vidas, salud y negocios. Lo malo que sucede en Santiago podría tener como factor la caótica urbanización relacionada con la imposibilidad de utilizar para el bien común, la riqueza lograda en los pasados 10 años en la ciudad. Santiago de los Caballeros tiene una población en 810,000 hab. La ciudad genera por año al menos RD$ 203 mil 485 millones de pesos de riqueza (PBI). Unos $ 251 mil 217 pesos por hab/año y $ 19 mil, 324 pesos mensuales (Banco Mundial). Asómbrese el Banco Central registra además que por cada 100 dólares de remesas que ingresan, la provincia Santiago, recibe 25.
Esta masa monetaria es suficiente para que si es aprovechada por eficientes políticas públicas, podría lograr una tasa de homicidios a la mitad, o sea 7.5 en vez de las 15 personas asesinadas por 100 mil hab. Sépase que Medellín, ciudad premiada por Naciones Unidas como la mejor ciudad de América 2014, acumula 38.6 homicidios por 100 mil. Los gobiernos no han facilitado la generación de empleos en la periferia de Santiago y su entorno, sombríos espacios urbanos donde reinan las redes de microtráfico. Por igual, para prevenir las muertes violentas es injustificable que las organizaciones de mujeres de la ciudad y las oficinas ALBA y Casas de Justicia no tengan más apoyo del Estado Nacional y el Ayuntamiento.
El otro punto clave de las muertes violentas son los accidentes de tránsito. La Organización Mundial de la Salud, selecciona RD como uno de los países más peligrosos de morir en un accidente. De 10 fallecidos por esta causa, 5 son motoconchitas sin cascos, ni protección. La policía hace presión a conductores de motocicletas de Santiago y apenas en los municipios colindantes, Licey, Moca, Mao, Altamira, La Vega, Jánico y más, nadie usa cascos. Peor aún, andan sin identificación, ni ningún tipo de señalización.
Ninguna mujer debe morir de parto, pues los nacimientos se hacen en clínicas y hospitales, y paradójicamente es ahí donde las madres mueren porque no se hace una buena prevención del riesgo. Si utilizamos bien nuestros recursos, tendríamos una tasa de mortalidad materna muy baja, en vez de las 116 mujeres que fallecen por cada 100 mil NV actualmente. Lo mismo pasa con la mortalidad de niños menores de un año. En vez de acumular un tasa de 21 por mil, deberíamos tener menos de 10 por mil nacidos. Es que médicos y enfermeras no utilizan métodos de impacto, tampoco el Estado hace su parte.
Todo lo malo de Santiago lo expresa, el malogrado sistema de basura. La Corporación Zona Franca dona 75 millones para modernizarlo; el CDES crea una institución, aprobada por 41 regidores: CASA; se firman acuerdos con JICA, OPS, CEPIS y UE. Se elige un presidente y una gerente con aval municipal. Yo mismo formulé el acuerdo con la Xunta de Galicia y también lo fui a defender a Santiago de Compostela. Pero en la pasada y actual gestión, surgen “los genios del ego y los gigantes de las ventajas personales”, cuyas mediocridades y miopía institucional precipitó el derrumbe de todo lo avanzado.
En la anterior colaboración subrayamos algunos ítems sobre “TODO LO BUENO QUE PASA EN SANTIAGO”, y dimos ejemplos de lo bueno en la educación. Hoy, de lo que se trata es valorar desafíos. No podemos continuar con una educación universitaria que se oferta en 10 universidades, muchas de las cuales justifican la “repitencia”, aceptando cargas académicas mediocres, y utilizan el retraso como fuente de generar ingresos. Asimismo, hay universidades cuyos estudiantes desertan y otros no tienen capacidad para certificarse en ningún sistema de calidad mundial. Ejemplo abogados que son pleitólogos, arquitectos que no pueden diseñar e ingenieros que tampoco cumplen con ningún estándar internacional.
TODO LO MALO QUE PASA EN SANTIAGO, también se expresa en una baja Educación Cívica Democrática de la ciudadanía. Comerciantes que lanzan a las vías, la basura de sus vehículos. Juntas de vecinos que se apropian de terrenos que no le corresponden versus empresas que pretenden construir donde no se debe. Publicistas de exteriores que asaltan los espacios públicos para colocar anuncios, por cierto de muy mal gusto y poca calidad visual. Finalmente tenemos más de 10 mil conductores del volante, conchos, motoconchos y guaguas, afectados de Hipertensión Arterial, generando ruidos por encima de los decibeles tolerables y creando un desorden general en calles, avenidas y autopistas. Muchos de los 117 indicadores que el CDES ha recolectado con el ICES-BID, están en rojo, siendo expresión de todo lo que tenemos que mejorar en Santiago.